Das böse
Weib aber, als es nach Haus gekommen war,
ging vor den Spiegel und fragte:
" Spieglein, Spieglein an der Wand,
wer ist die Schönste im ganzen Land?"
Da antwortete er wie sonst:
"Frau Königin, Ihr seid die Schönste
hier,
aber Schneewittchen über den Bergen,
bei den sieben Zwergen, ist tausendmal schöner
als Ihr."
Als sie das hörte, lief ihr alles Blut
zum Herzen, so erschrak sie, denn sie sah
wohl, daß Schneewittchen wieder lebendig
geworden war. "Nun aber", sprach
sie, "will ich etwas aussinnen, das
dich zugrunde richten soll", und mit
Hexenkünsten, die sie verstand, machte
sie einen giftigen Kamm. Dann verkleidete
sie sich und nahm die Gestalt eines alten
Weibes an. So ging sie hin, über die
sieben Berge zu den sieben Zwergen, klopfte
an die Türe und rief:"Gute Ware
feil! Feil!" Schneewittchen schaute
heraus und sprach: "Geht nur weiter,
ich darf niemand hereinlassen."
"Das Ansehen wird dir doch erlaubt
sein", sprach die Alte, zog den giftigen
Kamm heraus und hielt ihn in die Höhe.
Da gefiel er dem Kinde so gut, daß
es sich betören ließ und die
Türe öffnete.
Als sie des Kaufs einig waren, sprach die
Alte: "Nun will ich dich einmal ordentlich
kämmen."
Das arme Schneewittchen dachte an nichts,
und ließ die Alte gewähren, aber
kaum hatte sie den Kamm in die Haare gesteckt,
als das Gift darin wirkte, und das Mädchen
ohne Besinnung niederfiel. "Du Ausbund
von Schönheit", sprach das boshafte
Weib, "jetzt ists um dich geschehen",
und ging fort.
Zum Glück aber war es bald Abend, wo
die Zwerglein nach Haus kamen. Als sie Schneewittchen
wie tot auf der Erde liegen sahen, hatten
sie gleich die Stiefmutter in Verdacht,
suchten nach, und fanden den giftigen Kamm,
und kaum hatten sie ihn herausgezogen, so
kam Schneewittchen wieder zu sich und erzählte,
was vorgegangen war. Da warnten sie es noch
einmal, auf seiner Hut zu sein und niemand
die Türe zu öffnen.
La mala
mujer, al llegar a casa, corrió ante
el espejo y le preguntó
-Espejito, espejoto en la pared,
¿quién es de este país
la más hermosa?
Y respondió el espejo, como siempre
-Señora reina, aquí, usted es
la más hermosa,
pero Blancanieves, que está en la montaña,
con los siete enanitos, es mil veces más
bella que usted.
Al oírlo, del despecho toda la sangre
le afluyó al corazón, pues vio
que Blancanieves continuaba viviendo.
-Esta vez - se dijo - idearé algo que
te arruinará, y, con brujería
en que era maestra, fabricó un peine
envenenado.
Luego volvió a disfrazarse, adoptando
también la figura de una vieja, y se
fue a las montañas, llamó a
la puerta de los siete enanos diciendo
- ¡Buena mercancía para vender!
- gritó.
Blancanieves, asomándose a la ventana,
dijo
- Seguid vuestro camino, que no puedo abrir
a nadie.
- ¡Al menos podrás mirar lo que
traigo! - dijo la vieja, y, sacando el peine
envenenado, lo levantó en el aire.
Le gustó tanto el peine a la niña,
que se dejó engatusar y abrió
la puerta. Al ponerse de acuerdo sobre el
precio dijo la vieja
- ven voy a peinarte.
Blancanieves, a pobrecilla, no pensando nada,
dejó hacer a la vieja; mas apenas hubo
ésta clavado el peine en el cabello,
el veneno produjo su efecto y la niña
se desplomó insensible.
- ¡Dechado de belleza - exclamó
la malvada vieja , -ahora sí que estás
perdida! - y se marchó.
Pero, afortunadamente, faltaba poco para la
noche, y los enanitos no tardaron en regresar.
Al encontrar a Blancanieves inanimada en el
suelo, enseguida sospecharon de la madrastra
y, buscando, descubrieron el peine envenenado.
Se lo quitaron y, al momento, volvió
la niña en sí y les explicó
lo ocurrido. Ellos le advirtieron de nuevo
que debía estar alerta y no abrir la
puerta a nadie.