Der König
freute sich über die Maßen bei
dem Anblick, war aber noch immer nicht des
Goldes satt, sondern ließ die Müllerstochter
in eine noch größere Kammer voll
Stroh bringen und sprach: »Die mußt
du noch in dieser Nacht verspinnen; wenn
dir das gelingt, sollst du meine Gemahlin
werden«. »Denn«, dachte
er, »eine reichere Frau kannst du
auf der Welt nicht haben.«
Als das Mädchen allein war, kam das
Männlein zum drittenmal wieder, und
sprach: »Was gibst du mir, wenn ich
dir noch diesmal das Stroh spinne?«
»Ich habe nichts mehr, das ich geben
könnte«, antwortete das Mädchen.
»So versprich mir, wann du Königin
wirst, dein erstes Kind.«
»Wer weiß wie das noch geht«,
dachte die Müllerstochter, und wußte
sich auch in der Not nicht anders zu helfen,
und versprach dem Männchen, was es
verlangte; dafür spann das Männchen
noch einmal das Stroh zu Gold. Und als am
Morgen der König kam, und alles fand
wie er gewünscht hatte, so hielt er
Hochzeit mit ihr, und die schöne Müllerstochter
ward eine Königin.
El rey se
alegró mucho al verlo, pero como todavía
no tenía suficiente oro, llevó
a la hija del molinero a otra sala llena de
paja aun más grande que la anterior,
y dijo
- tienes que hilar esto en el transcurso de
esta noche, si lo consigues serás mi
esposa.
- A pesar de ser la hija de un molinero,-
pensó, -no podré encontrar una
esposa más rica en el mundo. Cuando
la chica se quedó sola el hombrecillo
apareció por tercera vez, y dijo -
¿qué me darás si hilo
la paja esta vez?-
- No me queda nada que darte- respondió
la muchacha.
-Entonces prométeme, que si te conviertes
en reina, me darás tu primer hijo.-
-Quién sabe si eso ocurrirá
alguna vez- pensaba la hija del molinero y
no sabiendo como salir de aquella situación,
le prometió al hombrecillo lo que quería.
Y una vez más hiló la paja y
la convirtió en oro. Cuando el rey
llegó por la mañana, y se encontró
con todo lo que habría deseado, se
casó con ella y la preciosa hija del
molinero se convirtió en reina.