Da ging
auf einmal die Türe auf, und trat ein
kleines Männchen herein und sprach:
»Guten Abend, Jungfer Müllerin,
warum weint sie so sehr?«
»Ach«, antwortete das Mädchen,
»ich soll Stroh zu Gold spinnen, und
verstehe das nicht.«
Sprach das Männchen: »Was gibst
du mir, wenn ich dirs spinne?« »Mein
Halsband«, sagte das Mädchen.
Das Männchen nahm das Halsband, setzte
sich vor das Rädchen, und schnurr,
schnurr, schnurr, dreimal gezogen, war die
Spule voll. Dann steckte es eine andere
auf, und schnurr, schnurr, schnurr, dreimal
gezogen, war auch die zweite voll: und so
gings fort bis zum Morgen, da war alles
Stroh versponnen, und alle Spulen waren
voll Gold.
Pero
de repente la puerta se abrió y entró
un hombrecillo y dijo
- buenas tardes señorita molinera,
¿por qué está llorando
tanto?
-¡Ay de mí!,- contestó
la chica -tengo que hilar esta paja y convertirla
en oro pero no sé como hacerlo.
-¿Qué me darás- dijo
el hombrecillo -si lo hago por ti?- - Mi
collar - dijo la muchacha.
El hombrecillo cogió el collar, se
sentó en la rueca y whirr, whirr,
whirr tres vueltas y la bobina estaba llena.
Puso otra y whirr, whirr, whirr tres vueltas
y la segunda estaba llena también.
Y siguió así hasta el amanecer,
cuando toda la paja estaba hilada, y todas
las bobinas llenas de oro.