Es war
einmal ein Müller, der war arm, aber
er hatte eine schöne Tochter. Nun traf
es sich, daß er mit dem König
zu sprechen kam, und zu ihm sagte: »Ich
habe eine Tochter, die kann Stroh zu Gold
spinnen.«
Dem König, der das Gold lieb hatte,
gefiel die Kunst gar wohl, und er befahl,
die Müllerstochter sollte alsbald vor
ihn gebracht werden. Dann führte er
sie in eine Kammer, die ganz voll Stroh
war, gab ihr Rad und Haspel und sprach:
»Wenn du diese Nacht durch bis morgen
früh dieses Stroh nicht zu Gold versponnen
hast, so mußt du sterben«.
Darauf ward die Kammer verschlossen, und
sie blieb allein darin.
Da saß nun die arme Müllerstochter,
und wußte um ihr Leben keinen Rat,
denn sie verstand gar nichts davon, wie
das Stroh zu Gold zu spinnen war, und ihre
Angst ward immer größer, daß
sie endlich zu weinen anfing.
Había
una vez un pobre molinero que tenía
una bellísima hija. Y sucedió
que en cierta ocasión se encontró
con el rey y le dijo:
-Tengo una hija que sabe hilar tan bien,
que convierte la paja en oro.
A l rey, que adoraba el oro, le gusto el
arte y ordenó que llevasen a la hija
del molinero al palacio. Y en cuanto llegó
la muchacha ante la presencia del rey, éste
la condujo a una habitación que estaba
llena de paja, le entregó una rueca
y una devanadera y le dijo:
- Si mañana temprano toda esta paja
no ha sido convertida en oro, morirás.
Y dichas estas palabras, cerró él
mismo la puerta y la dejó sola.
Allí quedó sentada la pobre
hija del molinero, y aunque le iba en ello
la vida, no se le ocurría cómo
hilar la paja para convertirla en oro. Cuanto
más tiempo pasaba, más miedo
tenía, y por fin no pudo más
y se echó a llorar.