Wie der
Wolf sein Gelüsten gestillt hatte,
legte er sich wieder ins Bett, schlief ein
und fing an, überlaut zu schnarchen.
Der Jäger ging eben an dem Haus vorbei
und dachte: "Wie die alte Frau schnarcht,
du mußt doch sehen, ob ihr etwas fehlt.
"
Da trat er in die Stube, und wie er vor
das Bette kam, so sah er, daß der
Wolf darin lag.
"Finde ich dich hier, du alter Sünder",
sagte er, "ich habe dich lange gesucht.
"
Nun wollte er seine Büchse anlegen,
da fiel ihm ein, der Wolf könnte die
Großmutter gefressen haben und sie
wäre noch zu retten; schoß nicht,
sondern nahm eine Schere und fing an, dem
schlafenden Wolf den Bauch aufzuschneiden.
Wie er ein paar Schnitte getan hatte, da
sah er das rote Käppchen leuchten,
und noch ein paar Schnitte, da sprang das
Mädchen heraus und rief: "Ach, wie
war ich erschrocken, wie war's so dunkel
in dem Wolf seinem Leib!" Und dann kam die
alte Großmutter auch noch lebendig
heraus und konnte kaum atmen. Rotkäppchen
aber holte geschwind große Steine,
damit füllten sie dem Wolf den Leib,
und wie er aufwachte, wollte er fortspringen,
aber die Steine waren so schwer, daß
er gleich niedersank und sich totfiel. Da
waren alle drei vergnügt; der Jäger
zog dem Wolf den Pelz ab und ging damit
heim, die Großmutter aß den
Kuchen und trank den Wein, den Rotkäppchen
gebracht hatte, und erholte sich wieder,
Rotkäppchen aber dachte: "Du willst
dein Lebtag nicht wieder allein vom Wege
ab in den Wald laufen, wenn dir's die Mutter
verboten hat."
Al satisfacer
el lobo su apetito, se metió nuevamente
en la cama y se quedó dormido, roncando
ruidosamente.
El cazador acertó a pasar por allí
y pensó
¡cómo ronca la anciana! ¡Tienes
que echar un vistazo para asegurarte si no
le ocurriese algo!
Entró en el cuarto y, al acercarse
a la cama, vio al lobo que dormía en
ella.
- ¡Aja! ¡Por fin te encuentro
aquí, viejo bribón! - dijo,
-llevo mucho tiempo buscándote!
Se disponía ya a dispararle un tiro,
cuando se le ocurrió que tal vez el
lobo habría devorado a la abuelita
y que quizás estuviese aún a
tiempo de salvarla. No tiró, pues,
cogió unas tijeras y se puso a abrir
la barriga del lobo dormido. A los primeros
tijeretazos, vio brillar la caperucita roja,
y poco después saltó fuera la
niña, exclamando
- ¡ay, qué susto he pasado! ¡Y
qué oscuridad en el vientre del lobo!
Y después salió también
la abuelita, viva aún, aunque casi
ahogada.
Caperucita Roja corrió a buscar gruesas
piedras, y con ellas llenaron la barriga del
lobo y este, al despertarse, trató
de escapar, pero las piedras pesaban tanto,
que cayó al suelo muerto.
Los tres estaban la mar de contentos. El cazador
despellejó al lobo y se marchó
con la piel; la abuelita se comió el
pastel y se bebió el vino que Caperucita
le había traído y se sintió
muy restablecida. Y, entretanto, Caperucita
Roja pensaba
-nunca más, cuando vaya sola, te apartarás
del camino, si te lo ha prohibido tu madre.