Der Spielmann
antwortete: »Das ist mein und dein
Haus, wo wir zusammen wohnen«. Sie
mußte sich bücken, damit sie
zu der niedrigen Tür hinein kam. »Wo
sind die Diener?« sprach die Königstochter.
»Was Diener!« antwortete der
Bettelmann, »du mußt selber
tun, was du willst getan haben.
Mach nur gleich Feuer an und stell Wasser
auf, daß du mir mein Essen kochst;
ich bin ganz müde.«
Die Königstochter verstand aber nichts
vom Feuermachen und Kochen, und der Bettelmann
mußte selber mit Hand anlegen, daß
es noch so leidlich ging. Als sie die schmale
Kost verzehrt hatten, legten sie sich zu
Bett, aber am Morgen trieb er sie schon
ganz früh heraus, weil sie das Haus
besorgen sollte. Ein paar Tage lebten sie
auf diese Art schlecht und recht, und zehrten
ihren Vorrat auf.
Respondió
el músico: - Es mi casa y la tuya,
donde viviremos. Ella hubo de inclinarse para
franquear la puerta, tan baja era. - ¿Dónde
están los criados? - preguntó
ella.
- ¿Quá? ¿Criados? - contestó
el mendigo. - Tendrás que hacer tú
lo que quisieras que te hiciesen. Enciende
fuego enseguida, pon agua a calentar y prepara
la comida. Yo estoy cansado.
Pero la hija del rey no entendía de
cocina, ni sabía cómo encender
fuego, y el mendigo no tuvo más remedio
que intervenir para que las cosas saliesen
medio bien. Después de su parca comida
se fueron a dormir, y, por la mañana,
él la obligó a levantarse muy
temprano, pues debía atender a los
quehaceres de la casa. Así vivieron
unos días, consumiendo todas sus provisiones.