Indem hörte
es eine sanfte Stimme, die sprach: »Tröste
dich, mein Kind, ich bin gekommen, dir zu
helfen.« Das Mädchen blickte
auf und eine alte Frau stand neben ihm.
Sie fasste das Mädchen freundlich an
der Hand und sprach: »Vertraue mir
nur an, was dich drückt.«
Da sie so herzlich sprach, so erzählte
ihr das Mädchen von seinem traurigen
Leben, dass ihm eine Last auf die andere
gelegt würde und es mit den aufgegebenen
Arbeiten nicht mehr zu Ende kommen könnte.
»Wenn ich mit diesen Federn heute
Abend nicht fertig bin, so schlägt
mich die Stiefmutter; sie hat mirs angedroht,
und ich weiß, sie hält Wort.«
Ihre Tränen fingen wieder an zu fließen,
aber die gute Alte sprach: »Sei unbesorgt,
mein Kind, ruhe dich aus, ich will derweil
deine Arbeit verrichten.«
Das Mädchen legte sich auf sein Bett
und schlief bald ein. Die Alte setzte sich
an den Tisch bei den Federn, hui, wie flogen
sie von den Kielen ab, die sie mit ihren
dürren Händen kaum berührte.
Bald war sie mit den zwölf Pfund fertig.
Als das Mädchen erwachte, lagen große
schneeweiße Haufen aufgetürmt,
und alles war im Zimmer reinlich aufgeräumt,
aber die Alte war verschwunden.
Das Mädchen dankte Gott und saß
still, bis der Abend kam.
Da trat die Stiefmutter herein und staunte
über die vollbrachte Arbeit.
»Siehst du, Trulle,« sprach
sie, »was man ausrichtet, wenn man
fleißig ist? Hättest du nicht
noch etwas anderes vornehmen können?
Aber da sitzest du und legst die Hände
in den Schoß.«
Als sie hinausging, sprach sie:»Die
Kreatur kann mehr als Brot essen, ich muss
ihr schwerere Arbeit auflegen.«
Y he aquí
que oyó una dulce voz que le decía
- consuélate, mo hija, que he venido
a ayudarte.-
La niña alzó los ojos y vio
a una anciana, que estaba de pie a su lado.
La mujer le cogió cariñosamente
la mano y le dijo
- confíame tu pena.-
Como le hablaba tan cordialmente, la muchachita
le contó su triste vida; cómo
debía soportar carga tras carga, y
no podía con los trabajos que le mandaban.
-Si esta noche no he terminado estas plumas,
mi madrastra me pegará; me lo ha dicho
y sé que cumplirá su palabra.-
Y sus lágrimas volvieron a manar a
raudales; pero la vieja le dijo
- tranquilízate, hija mía; échate
a descansar y yo me encargaré del trabajo.
La muchacha se tendió en su cama, y
al poco rato se quedó dormida. La anciana
se sentó a la mesa y se puso a desbarbar
las plumas. ¡Era de ver cómo
saltaban las barbas de los cañones,
no bien las tocaban sus resecas manos! Pronto
estuvieron listas las doce libras. Cuando
la muchacha se despertó, se encontró
con grandes montones blancos como nieve. Toda
la habitación estaba limpia y despejada,
pero la vieja había desaparecido. La
chiquilla dio gracias a Dios y aguardó
sentada y en silencio la llegada de la noche.
Al entrar, la madrastra se asombró
al ver la tarea terminada.
- ¿Ves,- le dijo, -lo que se puede
hacer cuando se trabaja con aplicación?
¿No podías haber hecho más
aún, en lugar de permanecer aquí
mano sobre mano?-
Al salir, dijo -esta criatura sirve para algo
más que para comer pan. Tendré
que ponerle tareas más duras.-