Da ward
                                      es ganz betrübt, ging zu Vater und
                                      Mutter und fragte, ob es denn Brüder
                                      gehabt hätte, und wo sie hingeraten
                                      wären. Nun durften die Eltern das
                                      Geheimnis nicht länger verschweigen,
                                      sagten jedoch, es sei so des Himmels Verhängnis
                                      und seine Geburt nur der unschuldige Anlaß gewesen.
                                      Allein das Mädchen machte sich täglich
                                      ein Gewissen daraus und glaubte, es müßte
                                      seine Geschwister wieder erlösen.
                                      Es hatte nicht Ruhe und Rast, bis es sich
                                      heimlich aufmachte und in die weite Welt
                                      ging, seine Brüder irgendwo aufzuspüren
                                      und zu befreien, es möchte kosten,
                                      was es wollte. Es nahm nichts mit sich
                                      als ein Ringlein von seinen Eltern zum
                                      Andenken, einen Laib Brot für den
                                      Hunger, ein Krüglein Wasser für
                                      den Durst und ein Stühlchen für
                                      die Müdigkeit. 
 
 Profundamente 
                                    afligida, la niña fue a preguntar a 
                                    sus padres si había tenido hermanos 
                                    y a dónde se habían ido. Ya 
                                    los padres no pudieron seguir guardando el 
                                    secreto, pero le dijeron que todo había 
                                    sido un designio del cielo, y su nacimiento 
                                    no había sido sino la ocasión 
                                    de que se cumpliera el destino. Sin embargo, 
                                    la muchacha, desde aquel día, se creyó 
                                    culpable y consideró que era un deber 
                                    redimir a sus hermanos. Ya no tuvo un momento 
                                    de reposo ni tranquilidad, hasta que, sin 
                                    decir nada a nadie, se lanzó al mundo 
                                    en busca de sus hermanos, dispuesta a liberarlos, 
                                    costase lo que costase. Sólo se llevó 
                                    una sortija de sus padres como recuerdo, una 
                                    hogaza de pan para matar el hambre, un jarrito 
                                    de agua para apagar la sed y una sillita para 
                                    sentarse cuando se cansara.