Da begann
die Nachtigall zu singen.
»Das ist sie«, sagte das kleine
Mädchen. »Hört, hört!
Und da sitzt sie!« Sie zeigte nach
einem kleinen, grauen Vogel oben in den
Zweigen.
»Ist es möglich?«, sagte
der Haushofmeister. »So hätte
ich sie mir nimmer gedacht; wie einfach
sie aussieht! Sie hat sicher ihre Farbe
darüber verloren, daß sie so
viele vornehme Menschen um sich erblickt!«
»Kleine Nachtigall«, rief die
kleine Köchin ganz laut, »unser
gnädigste Kaiser will, daß Sie
vor ihm singen möchten!«
»Mit dem größten Vergnügen«,
sagte die Nachtigall und sang dann, daß
es eine Lust war.
»Es ist gerade wie Glasglocken!«,
sagte der Haushofmeister. »Und seht
die kleine Kehle, wie sie arbeitet! Es ist
merkwürdig, daß wir sie früher
nie gesehen haben; sie wird großes
Aufsehen bei Hofe machen!« »Soll
ich noch einmal vor dem Kaiser singen?«,
fragte die Nachtigall, die glaubte, der
Kaiser sei auch da.
Y en
seguida el ruiseñor se puso a cantar.
-¡Es él! -dijo la pequeña
niña-. ¡Escuchad, escuchad!
¡Allí está! -y señaló
un avecilla gris posada en una rama.
-¿Es posible? -dijo el mayordomo-.
Jamás lo habría imaginado
así. ¡Qué vulgar! Seguramente
habrá perdido el color, intimidado
por unos visitantes tan distinguidos.
-Mi pequeño ruiseñor -dijo
en voz alta la pequeña cocinera-,
nuestro gracioso emperador quiere que cantes
en su presencia.
-¡Con mucho gusto! - respondió
el ruiseñor, y reanudó su
canto que daba gloria oírlo.
-¡Parecen campanitas de cristal! -dijo
el mayordomo. -¡Mirad cómo
se mueve su garganta!
Es raro que nunca lo hubiésemos visto.
Causará sensación en la Corte.
-¿Quieren que vuelva a cantar para
el emperador? -preguntó el ruiseñor,
pues creía que el emperador estaba
allí.