Alle Kirchenglocken
läuteten, Herolde ritten in den Straßen
umher und verkündeten die Verlobung.
Auf allen Altaren brannten duftende Öle
in kostbaren Silberlampen. Die Priester
schwangen die Räucherfässer,
und Braut und Bräutigam reichten einander
die Hand und nahmen den Segen des Bischofs
entgegen.
Repicaron
todas las campanas, los heraldos cabalgaron
por las calles pregonando el compromiso. En
todos los altares ardían óleos
perfumados en ricas lámparas de plata.
Los sacerdotes movían los incensarios
y la novia y el novio, unidas sus manos, recibieron
la bendición del obispo.
Die kleine Seejungfer stand in
Gold und Seide gekleidet und hielt die
Schleppe der Braut, aber ihre Ohren hörten
nichts von der festlichen Musik, ihre Augen
sahen nicht die heilige Zeremonie. Sie
dachte an ihre Todesnacht und an alles,
was sie in dieser Welt verlor.
La sirenita vestía de seda y oro y
llevaba la cola de la novia, pero sus oídos
no oían la alegre música y sus
ojos no veían la sagrada ceremonia;
pensaba en la noche de su muerte, en todo
lo que había perdido en este mundo.
Noch am selben
Abend gingen Braut und Bräutigam an
Bord des Schiffes. Die Kanonen donnerten,
alle Flaggen wehten, und inmitten des Schiffes
war ein königliches
Zelt aus Gold und Purpur mit herrlichen
Kissen errichtet. Dort sollte das Brautpaar
in der kühlen, stillen Nacht schlafen.
Die Segel bauschten sich im Winde, und
das Schiff glitt leicht und ohne große
Bewegung über die klare See.
Aquella misma tarde subieron los novios al
barco; los cañones dispararon salvas
en su honor; ondearon al viento todas las
banderas y, en el centro del navío,
se levantó una real tienda de oro y
púrpura con los más mullidos
cojines donde pudieran yacer los novios en
la noche tranquila y fresca.
El viento infló las velas y el barco
se deslizó sin grandes movimientos
por el mar transparente.