Seite 24: Die Geschichte vom kleinen Muck (Historia del pequeño Muck)



Es war gerade zu einer Jahreszeit, wo reife Früchte noch ziemlich selten waren; der kleine Muck setzte sich daher unter das Tor des Palastes; denn ihm war von früherer Zeit her wohl bekannt, daß hier solche Seltenheiten von dem Küchenmeister für die königliche Tafel eingekauft wurden.
Muck hatte noch nicht lange gesessen, als er den Küchenmeister über den Hof herüberschreiten sah. Er musterte die Waren der Verkäufer, die sich am Tor des Palastes eingefunden hatten; endlich fiel sein Blick auch auf Mucks Körbchen.
»Ah, ein seltener Bissen«, sagte er, »der Ihro Majestät gewiß behagen wird. Was willst du für den ganzen Korb?«
Der kleine Muck bestimmte einen mäßigen Preis, und sie waren bald des Handels einig. Der Küchenmeister übergab den Korb einem Sklaven und ging weiter; der kleine Muck aber macht sich einstweilen aus dem Staub, weil er befürchtete, wenn sich das Unglück an den Köpfen des Hofes zeigte, möchte man ihn als Verkäufer aufsuchen und bestrafen.
Der König war über Tisch sehr heiter gestimmt und sagte seinem Küchenmeister einmal über das andere Lobsprüche wegen seiner guten Küche und der Sorgfalt, mit der er immer das Seltenste für ihn aussuche; der Küchenmeister aber, welcher wohl wußte, welchen Leckerbissen er noch im Hintergrund habe, schmunzelte gar freundlich und ließ nur einzelne Worte fallen, als: »Es ist noch nicht aller Tage Abend«, oder »Ende gut, alles gut«, so daß die Prinzessinnen sehr neugierig wurden, was er wohl noch bringen werde. Als er aber die schönen, einladenden Feigen aufsetzen ließ, da entfloh ein allgemeines Ah! dem Munde der Anwesenden.

Estaban exactamente en una estación en que la fruta madura escaseaba aún; entoncs, el pequeño Muck se sentó cerca de la puerta del palacio, porque desde hacía tiempo sabía bien que el cocinero jefe compraba esas rarezas para la mesa real.

Muck no llevaba mucho sentado cuando vio venir el cocinero jefe por el patio.
Iba inspeccionando la mercancía de los vendedores instalados cerca de la puerta del palacio, y por fin su mirada recayó en la cestita de Muck.
-¡Ah, un bocado exquisito!- dijo, -con seguridad será del agrado de su majestad. ¿Qué quieres por la cesta entera?
El pequeño Muck le puso un precio moderado y pronto llegaron a un acuerdo. El cocinero jefe entregó la cesta a un esclavo y siguió su camino; el pequeño Muck desapareció porque temía que, al manifestarse la desgracia en las cabezas de la corte, quisieran buscar y castigar al vendedor.


El rey estaba en la mesa de muy buen humor y se deshacía en elogios de su cocinero jefe por su buena cocina y el cuidado con que siempre buscaba para él lo más exquisito; pero el cocinero jefe, que sabía el bocado que aún guardaba, sonreía muy amablemente y dejaba caer alguna frase como "La suerte no está aún echada" o "Bien está lo que bien acaba", de modo que las princesas estaban impacientes por saber qué traería.

Al presentar los hermosos y vistosos higos, se escapó un "¡ah!" general de la boca de los presentes.

Vokabular
die Jahreszeit = la estación
die Seltenheit = la rareza
die königliche Tafel = la mesa real
die Waren mustern = inspeccionar la mercancía
ein seltener Bissen = un bocado exquisito
der Korb = la cesta
des Handels einig sein = llegar a un acuerdo
sich aus dem Staub machen = desaparecer
der Verkäufer = el vendedor
die Sorgfalt = el cuidado
der Leckerbissen = el bocado
schmunzeln = sonreírse
Es ist noch nicht aller Tage Abend = La suerte no está aún echada
Ende gut, alles gut = Bien está lo que bien acaba





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