Es war
gerade zu einer Jahreszeit, wo reife Früchte
noch ziemlich selten waren; der kleine Muck
setzte sich daher unter das Tor des Palastes;
denn ihm war von früherer Zeit her
wohl bekannt, daß hier solche Seltenheiten
von dem Küchenmeister für die
königliche Tafel eingekauft wurden.
Muck hatte noch nicht lange gesessen, als
er den Küchenmeister über den
Hof herüberschreiten sah. Er musterte
die Waren der Verkäufer, die sich am
Tor des Palastes eingefunden hatten; endlich
fiel sein Blick auch auf Mucks Körbchen.
»Ah, ein seltener Bissen«, sagte
er, »der Ihro Majestät gewiß
behagen wird. Was willst du für den
ganzen Korb?«
Der kleine Muck bestimmte einen mäßigen
Preis, und sie waren bald des Handels einig.
Der Küchenmeister übergab den
Korb einem Sklaven und ging weiter; der
kleine Muck aber macht sich einstweilen
aus dem Staub, weil er befürchtete,
wenn sich das Unglück an den Köpfen
des Hofes zeigte, möchte man ihn als
Verkäufer aufsuchen und bestrafen.
Der König war über Tisch sehr
heiter gestimmt und sagte seinem Küchenmeister
einmal über das andere Lobsprüche
wegen seiner guten Küche und der Sorgfalt,
mit der er immer das Seltenste für
ihn aussuche; der Küchenmeister aber,
welcher wohl wußte, welchen Leckerbissen
er noch im Hintergrund habe, schmunzelte
gar freundlich und ließ nur einzelne
Worte fallen, als: »Es ist noch nicht
aller Tage Abend«, oder »Ende
gut, alles gut«, so daß die
Prinzessinnen sehr neugierig wurden, was
er wohl noch bringen werde. Als er aber
die schönen, einladenden Feigen aufsetzen
ließ, da entfloh ein allgemeines Ah!
dem Munde der Anwesenden.
Estaban
exactamente en una estación en que
la fruta madura escaseaba aún; entoncs,
el pequeño Muck se sentó cerca
de la puerta del palacio, porque desde hacía
tiempo sabía bien que el cocinero jefe
compraba esas rarezas para la mesa real.
Muck no llevaba mucho sentado cuando vio venir
el cocinero jefe por el patio.
Iba inspeccionando la mercancía de
los vendedores instalados cerca de la puerta
del palacio, y por fin su mirada recayó
en la cestita de Muck.
-¡Ah, un bocado exquisito!- dijo, -con
seguridad será del agrado de su majestad.
¿Qué quieres por la cesta entera?
El pequeño Muck le puso un precio moderado
y pronto llegaron a un acuerdo. El cocinero
jefe entregó la cesta a un esclavo
y siguió su camino; el pequeño
Muck desapareció porque temía
que, al manifestarse la desgracia en las cabezas
de la corte, quisieran buscar y castigar al
vendedor.
El rey estaba en la mesa de muy buen humor
y se deshacía en elogios de su cocinero
jefe por su buena cocina y el cuidado con
que siempre buscaba para él lo más
exquisito; pero el cocinero jefe, que sabía
el bocado que aún guardaba, sonreía
muy amablemente y dejaba caer alguna frase
como "La suerte no está aún
echada" o "Bien está lo que
bien acaba", de modo que las princesas
estaban impacientes por saber qué traería.
Al presentar los hermosos y vistosos higos,
se escapó un "¡ah!"
general de la boca de los presentes.
Vokabular |
die
Jahreszeit = la estación |
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die
Seltenheit = la rareza |
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die
königliche Tafel = la mesa real |
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die
Waren mustern = inspeccionar la mercancía |
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ein
seltener Bissen = un bocado exquisito |
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der
Korb = la cesta |
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des
Handels einig sein = llegar a un acuerdo |
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sich
aus dem Staub machen = desaparecer |
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der
Verkäufer = el vendedor |
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die
Sorgfalt = el cuidado |
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der
Leckerbissen = el bocado |
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schmunzeln
= sonreírse |
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Es
ist noch nicht aller Tage Abend =
La suerte no está aún echada |
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Ende
gut, alles gut = Bien está
lo que bien acaba |
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