Seite 07: Die Geschichte vom kleinen Muck (Historia del pequeño Muck)



Der kleine Muck, dem der Katzenbrei geschmeckt hatte, willigte ein und wurde also der Bedienstete der Frau Ahavzi. Er hatte einen leichten, aber sonderbaren Dienst. Frau Ahavzi hatte nämlich zwei Kater und vier Katzen, diesen mußte der kleine Muck alle Morgen den Pelz kämmen und mit köstlichen Salben einreiben; wenn die Frau ausging, mußte er auf die Katzen Achtung geben, wenn sie aßen, mußte er ihnen die Schüsseln vorlegen, und nachts mußte er sie auf seidene Polster legen und sie mit samtenen Decken einhüllen.
Auch waren noch einige kleine Hunde im Haus, die er bedienen mußte, doch wurden mit diesen nicht so viele Umstände gemacht wie mit den Katzen, welche Frau Ahavzi wie ihre eigenen Kinder hielt. Übrigens führte Muck ein so einsames Leben wie in seines Vaters Haus, denn außer der Frau sah er den ganzen Tag nur Hunde und Katzen.
Eine Zeitlang ging es dem kleinen Muck ganz gut; er hatte immer zu essen und wenig zu arbeiten, und die alte Frau schien recht zufrieden mit ihm zu sein, aber nach und nach wurden die Katzen unartig, wenn die Alte ausgegangen war, sprangen sie wie besessen in den Zimmern umher, warfen alles durcheinander und zerbrachen manches schöne Geschirr, das ihnen im Weg stand. Wenn sie aber die Frau die Treppe heraufkommen hörten, verkrochen sie sich auf ihre Polster und wedelten ihr mit den Schwänzen entgegen, wie wenn nichts geschehen wäre. Die Frau Ahavzi geriet dann in Zorn, wenn sie ihre Zimmer so verwüstet sah, und schob alles auf Muck, er mochte seine Unschuld beteuern, wie er wollte, sie glaubte ihren Katzen, die so unschuldig aussahen, mehr als ihrem Diener.

A Muck le había gustado el guiso de los gatos, así que aceptó y se convirtió en sirviente de la señora Ahavzi. Tenía un cometido fácil, pero delicado.
Señora Ahavzi tenía dos gatos y cuatro gatas, a los que el pequeño Muck tenía que peinar el pellejo todos los días y ungir con costosas pomadas.
Cuando ella salía, debía cuidar de los gatos, ponerles el plato para comer y por la noche colocarlos en cojines de seda y cubrirlos con colchas de terciopelo.


También había en la casa algunos perritos a los que debía cuidar, pero a éstos no tenía que dedicarles tantas atenciones como a los gatos, a los que señora Ahavzi tenía como a hijos suyos.
Por lo demás, Muck llevaba una vida tan solitaria como en casa de su padre, pues fuera de la mujer no veía en todo el día más que perros y gatos.
Durante cierto tiempo le fue bastante bien; siempre tenía algo de comer y poco de trabajar, y la vieja mujer parecía muy contenta con él. Pero los gatos se fueron haciendo cada vez más traviesos; cuando la anciana salía, saltaban por las habitaciones como posesos, revolvían todo y rompían algunos objetos que encontraban a su paso.
Sin embargo, al oír que la mujer subía por la escalera, se acurrucaban en sus cojines y luego salían a su encuentro moviendo la cola como si no hubiese pasado nada.
La señora Ahavzi montaba en cólera al ver las habitaciones tan estropeados y se lo achacaba a Muck; por más que éste juraba que no era culpable, creía más a sus gatos, con ese aire tan inocente, que a su servidor.

Vokabular
kämmen = peinar
der Pelz = el pellejo
einreiben = ungir
seiden = de seda
die Decke = la colcha
eine Zeit lang (neue Rechtschreibung) = durante cierto tiempo
schieben auf = achacar





contacto pie de imprenta declaración de privacidad