Als Muck
die Treppe hinaufgestiegen war, begegnete
er jener alten Frau, die zum Fenster herausgeschaut
hatte. Sie sah ihn mürrisch an und
fragte nach seinem Begehr.
»Du hast ja jedermann zu deinem Brei
eingeladen«, antwortete der kleine
Muck, »und weil ich so gar hungrig
bin, bin ich auch gekommen.«
Die Alte lachte und sprach:»Woher
kommst du denn, wunderlicher Gesell? Die
ganze Stadt weiß, daß ich für
niemand koche als für meine lieben
Katzen, und hier und da lade ich ihnen Gesellschaft
aus der Nachbarschaft ein, wie du siehst.«
Der kleine Muck erzählte der alten
Frau, wie es ihm nach seines Vaters Tod
so hart ergangen sei, und bat sie, ihn heute
mit ihren Katzen speisen zu lassen. Die
Frau, welcher die treuherzige Erzählung
des Kleinen wohl gefiel, erlaubte ihm, ihr
Gast zu sein, und gab ihm reichlich zu essen
und zu trinken. Als er gesättigt und
gestärkt war, betrachtete ihn die Frau
lange und sagte dann:»Kleiner Muck,
bleibe bei mir in meinem Dienste! Du hast
geringe Mühe und sollst gut gehalten
sein.«
Cuando Muck
había subido la escalera, encontró
a aquella vieja mujer que antes se había
asomado a la ventana. Le miró malhumorada
y le preguntó qué deseaba.
-Has invitado a todos a probar tu guiso- respondió
Muck, -y como estoy tan hambriento, he venido
también.
La vieja soltó una carcajada y dijo
-¡de dónde vienes, joven extravagante?
Toda la ciudad sabe que no guiso para nadie
que sean mis queridos gatos, y de vez en cuando
invito a otros de la vecindad, como ves.
El pequeño Muck le contó a la
anciana sus desventuras después de
la muerte de su padre y le pidió que
por hoy le permitiese comer con sus gatos.
La mujer, a quien cayó bien el ingenuo
relato del pequeño, le permitió
quedarse como huésped y le sirvió
comida y bebida abundante.
Cuando estaba saciado y repuesto, la mujer
le contempló largamente y le dijo
-pequeño Muck, ¡quédate
a mi servicio! Tendrás poco trabajo
y estarás bien cuidado.