Ich sah
in ihnen nur die Henker meines Vaters und
meines Bruders; darum sammelte ich einige
gleichgesinnte junge Leute meiner Bekanntschaft
und schloß mich jenen tapferen Mamelucken
an, die so oft der Schrecken des französischen
Heeres wurden. Als der Feldzug beendigt
war, konnte ich mich nicht entschließen,
zu den Künsten des Friedens zurückzukehren.
Ich lebte mit meiner kleinen Anzahl gleichdenkender
Freunde ein unstetes und flüchtiges,
dem Kampf und der Jagd geweihtes Leben;
ich lebe zufrieden unter diesen Leuten,
die mich wie ihren Fürsten ehren; denn
wenn meine Asiaten auch nicht so gebildet
sind wie Eure Europäer, so sind sie
doch weit entfernt von Neid und Verleumdung,
von Selbstsucht und Ehrgeiz.«
Zaleukos dankte dem Fremden für seine
Mitteilung, aber er verbarg ihm nicht, daß
er es für seinen Stand, für seine
Bildung angemessener fände, wenn er
in christlichen, in europäischen Ländern
leben und wirken würde. Er faßte
seine Hand und bat ihn, mit ihm zu ziehen,
bei ihm zu leben und zu sterben.
Sólo
veía en ellos a los verdugos de mi
padre y de mi hermano, por lo que reuní
a algunos jóvenes simpatizantes de
mis amistades y me uní a aquellos valerosos
mamelucos que sembraron tan a menudo el terror
en el ejército francés.
Al terminar la campaña, no me podía
decidir a volver a la vida de la paz.
Con mi puñado de amigos simpatizantes
llevé una vida vagabunda y fugitiva,
dedicada a la caza y a la lucha.
Vivo contento entre esta gente, que me honra
como un príncipe, pues, si bien mis
asiáticos no son tan cultos como vuestros
europeos, están muy alejados de la
envidia y de la difamación, del egoísmo
y de la ambición.
Zaleuco agradeció al extranjero su
justificación, pero no le ocultó
que resultaría más adecuado
a su condición y a su educación
vivir y actuar en países europeos y
cristianos.
Cogió su mano y le pidió que
se fuera a vivir a su casa, a compartir con
él la vida y la muerte.