Das erste
Herz, durch das er kam, gehörte einer
Dame; aber augenblicklich glaubte er in
ein orthopädisches Institut gekommen
zu sein, wo der Arzt den Menschen Knoten
wegmassiert, und Gipsabgüsse von verwachsenen
Gliedern an den Wänden hängen,
doch war der Unterschied der, dass in einem
solchen Institut die Abgüsse genommen
werden, wenn die Patienten hinkommen, aber
hier im Herzen wurden sie genommen und aufbewahrt,
wenn die guten Leute hinausgegangen waren.
Es waren Abgüsse von körperlichen
und geistigen Fehlern der Freundinnen, die
hier aufbewahrt wurden.
Schnell war er bereits in einem anderen
weiblichen Herzen, aber es erschien ihm
wie eine große heilige Kirche. Der
Unschuld weiße Taube flatterte um
den Hochaltar, wie gerne wäre er in
die Knie gesunken, aber fort musste er,
ins nächste Herz hinein; aber er hörte
noch die Orgeltöne und fühlte,
dass er selbst ein neuer und besserer Mensch
geworden und nicht unwürdig war, ein
neues Heiligtum zu betreten.
Das zeigte ihm eine ärmliche Dachkammer
mit einer kranken Mutter darin.
El primer
corazón por el que pasó pertenecía
a una dama; sin embargo, en el primer momento
creyó encontrarse en un instituto ortopédico,
como suelen llamarse esos establecimientos
en los que el médico arregla deformidades
humanas y endereza a las personas. Estaba
en el cuarto de cuyas paredes cuelgan los
moldes de yeso de los miembros deformes; con
la única diferencia de que en el instituto
se moldean al entrar el paciente, mientras
en el corazón no se moldeaban y guardaban
hasta que los interesados habían vuelto
a salir. Eran vaciados de amigas, cuyos defectos,
corporales y espirituales, se guardaban allí.
Rápidamente pasó a otro corazón
femenino, que le hizo el efecto de un venerable
y espacioso templo. La blanca paloma de la
inocencia aleteaba sobre el altar mayor; ¡qué
deseos sintió de hincarse de rodillas!
Pero inmediatamente hubo de trasladarse al
próximo corazón, aunque seguía
oyendo los tonos del órgano y tenía
la impresión de haberse vuelto un hombre
nuevo y mejor; no se sentía indigno
de penetrar en el siguiente santuario, que
le mostró una pobre buhardilla con
una madre enferma.