Seite 10: Die alte Straßenlaterne (El farol viejo)
"Ich
gebe gar nichts!", sagte dieser, "ich
bin ja am Abnehmen, und die Laternen haben
mir nie, sondern ich habe den Laternen geleuchtet."
Darauf ging der Mond wieder hinter die Wolken,
denn er mochte sich nicht quälen lassen.
Da fiel ein Wassertropfen wie von einer
Dachtraufe gerade auf den Schornstein, aber
der Tropfen sagte, er komme aus den grauen
Wolken und sei auch ein Geschenk, vielleicht
das allerbeste.
"Ich durchdringe dich so, dass du die
Fähigkeit erhältst, in einer Nacht,
wenn du es wünschest, dich in Rost
zu verwandeln, so dass du ganz zusammenfällst
und zu Staub wirst."
Aber der Laterne schien das ein schlechtes
Geschenk zu sein, und der Wind meinte es
auch. "Gibt es nichts Besseres, gibt
es nichts Besseres?", blies er, so
laut er konnte; da fiel eine glänzende
Sternschnuppe, sie leuchtete in einem langen
Streifen.
-Yo no doy
nada- respondió la luna-. Estoy en
menguante, y los faroles nunca me han iluminado,
sino al contrario, yo he iluminado a los faroles.
Poco después, la luna se ocultó
de nuevo detrás de las nubes, pues
no quería que la importunasen.
Cayó entonces una gota de agua, como
de una gotera, al tubo de ventilación,
pero la gota dijo que procedía de las
grises nubes y era también un regalo,
acaso el mejor de todos.
-Te penetro de tal manera, que tendrás
la propiedad de transformarte en herrumbre,
en una noche si lo deseas, así que
te desmoronaras y te conviertas en polvo.
Pero al farol le pareció aquél
un mal regalo, y el viento estuvo de acuerdo
con él.
-¿No hay nada mejor? ¿No hay
nada mejor?- sopló con toda su fuerza;
en esto cayó una brillante estrella
fugaz, que brilló en una larga estela
luminosa.