»Sprich
nicht von Schlangen, solange wir hier oben
fliegen!«, sagte die Storchmutter,
»das macht den Jungen nur Gelüste,
die sich nicht befriedigen lassen.«
»Sind das die hohen Berge dort unten,
von denen ich hörte?«, fragte
Helga im Schwanenkleid.
»Das sind Gewitterwolken, die unter
uns ziehen!«, sagte die Mutter.
»Was sind das für weiße
Wolken, die sich so hoch erheben?«,
fragte Helga.
»Was du dort siehst, sind die mit
ewigem Schnee bedeckten Berge!«, sagte
die Mutter. Und sie flogen über die
Alpen zu dem tiefblauen Mittelmeer hinab.
»Afrika! Ägyptens Strand«,
jubelte die Tochter des Nils im Schwanengewand,
als sie hoch aus der Luft wie einen weißlich-gelben,
wellenförmigen Streifen die Heimat
sichtete.
Auch die Vögel sahen den Streifen und
beschleunigten ihren Flug.
-No hables
de serpientes mientras estemos arriba -interrumpió
la madre-. A los pequeños se les
hará la boca agua, y no podemos satisfacerlos.
-¿Son aquéllas las altas montañas
de que oí hablar? -preguntó
Helga, en su ropaje de cisne.
-Son nubes de tormenta que avanzan por debajo
de nosotras �le respondió la madre.
-¿Qué nubes blancas son aquellas
que se levantan allí? -preguntó
Helga.
-Lo que ves ahí son montañas
cubiertas de nieves perpetuas -dijo la madre,
y poco después pasaban por encima
de los Alpes y entraban en el azul Mediterráneo.
-¡África, la costa de Egipto!
-gritó alborozada la hija del Nilo
en su figura de cisne cuando, desde las
alturas, vislumbró una faja ondulada,
de color blancoamarillento: su patria. También
las aves descubrieron la estría y
aceleraron el vuelo.