Als der
Abend sich näherte und die Sonne zu
sinken begann, rief die Verwandlung sie
zu neuer Bewegung. Sie ließ sich am
Stamme hinabgleiten, und während der
letzte Sonnenstrahl erlosch, stand sie wieder
da in eines Frosches zusammengeschrumpfter
Gestalt mit den zerrissenen Schwimmhäuten
an den Händen, doch die Augen erstrahlten
nun in einem Schönheitsglanze, wie
er kaum früher der schönen Gestalt
eigen war. Es waren die sanftesten frommen
Mädchenaugen, die hinter der Froschlarve
hervorleuchteten, sie zeugten von einer
tiefen Seele, einem menschlichen Herzen.
Und die schönen Augen weinten viele
Tränen, weinten schwere Tränen
eines erleichterten Herzens.
Al acercarse
la noche y comenzar la puesta del sol, la
metamorfosis la movió a dejar su
actitud pasiva. Se deslizó del tronco,
y no bien se hubo extinguido el último
rayo, volvió ella a contraerse y
a convertirse en rana, con la piel de las
manos desgarrada. Pero esta vez sus ojos
tenían un brillo maravilloso, mayor
casi que en los de la hermosa doncella.
En aquella cabeza de rana brillaban los
ojos de muchacha más dulces y piadosos
que pueda imaginarse. Daban testimonio de
los sentimientos humanos que albergaba en
su pecho. Y aquellos hermosos ojos rompieron
a llorar, dando suelta a gruesas lágrimas
que aligeraban el corazón.