Doch eins
verstand der Storchvater, denn er hatte
die geringen wie die vornehmsten Leute aus
Herzensgrund seufzen hören, daß
es ein großes Unglück für
viele Tausende und gleichzeitig für
das Land sei, daß dieser Mann krank
danieder läge und nicht wieder genesen
könne: Wohltat und Segen würde
es bedeuten, wenn er seine Gesundheit zurückerhielte.
»Aber wo wächst die Blume, die
ihm die Gesundheit wiedergeben kann?«
Danach hatten alle gefragt, in gelehrten
Schriften, blinkenden Sternbildern, in Wetter
und Wind hatten sie es zu erforschen gesucht,
alle Umwege waren sie gegangen, um es herauszufinden,
und zuletzt hatten die Gelehrten und Weisen,
wie gesagt, dies eine herausbekommen:»Die
Liebe gebiert Leben, Leben für den
Vater«, und damit hatten sie mehr
gesagt, als sie selbst verstanden.
Sie wiederholten und schrieben es als Rezept
auf:»Liebe gebiert Leben.« Aber
wie dies Ding zubereitet werden müsse,
ja, da hatte die Sache ihren Haken.
Zuletzt wurden sie darüber einig, daß
die Hülfe von der Prinzessin kommen
müsse, von ihr, die mit ganzer Seele
und von ganzem Herzen ihren Vater liebte.
Man fand endlich auch heraus, wie es zustande
gebracht werden müsse, aber darüber
waren Jahr und Tag vergangen.
Pero una
cosa entendió papá cigüeña,
pues había oído suspirar con
toda el alma tanto los ciudadanos inferiores
como los signatarios más encopetados:
que para miles de habitantes y para la totalidad
del país era una gran calamidad el
hecho de que aquel hombre estuviese enfermo
sin esperanzas de restablecerse. Sería
un alivio y una bendición el que recuperase
su salud.
«Pero, ¿dónde crece la
flor que posee virtud para devolvérsela?».
Todos lo habían preguntado, consultado
los libros eruditos, las brillantes constelaciones,
los vientos y las intemperies.
Habían echado mano de todos los medios
posibles, y finalmente la asamblea de eminencias
había llegado, según ya se dijo,
a aquella conclusión: «El amor
engendra vida, vida para el padre»,
con lo cual dijeron más de lo que ellos
mismos comprendían.
Y lo repitieron por escrito, en forma de receta:
«El amor engendra vida». Ahora
bien, ¿cómo preparar aquella
receta? Ahí la cosa tenía su
intríngulis.
Por fin convinieron unánimemente en
que el auxilio debía partir de la princesa,
que amaba a su padre con todo el corazón
y toda el alma. Tras muchas discusiones, encontraron
también el medio de llevar a cabo la
empresa; pero había pasado mucho tiempo.