»Sie
ist tot und fort!«, hatten die beiden
heimgekehrten Schwanenjungfrauen gemeldet
sie hatten sich eine ganze Geschichte ausgedacht,
die sie nun erzählten:»Wir flogen
alle drei hoch oben in der Luft, als uns
ein Jäger sah und seinen Pfeil abschoß.
Er traf unsere junge Freundin, und langsam
ihr Fahrwohl singend, glitt sie wir ein
schwebender Schwan mitten in einen Waldsee
hinab. Dort am Ufer unter einer duftenden
Hängebirke begruben wir sie. Doch sie
ist gerächt. Feuer banden wir unter
die Flügel der Schwalbe, die unter
dem Schilfdach des Jägers nistet, es
zündete, das Haus loderte in Flammen
auf, und er verbrannte darin. Weit hinaus
über den See bis zu der hängenden
Birke leuchtete es, wo sie als Erde in der
Erde ruht. Niemals mehr kehrt sie zurück
nach Ägypten.«
Dann weinten die beiden, und der Storchvater,
der die Geschichte mit anhören mußte,
klapperte mit dem Schnabel, daß es
schallte.
«Ha
muerto», habían comunicado a
su vuelta las doncellas-cisnes. He aquí
la historia que se habían inventado:
Íbamos las tres volando a gran altura,
cuando nos descubrió un cazador y nos
disparó una flecha, que hirió
a nuestra amiguita. Ésta, entonando
su canción de despedida, cayó
lentamente como un cisne moribundo al lago
del bosque. La enterramos en la orilla, bajo
un aromático abedul. Pero la hemos
vengado. Pusimos fuego bajo el ala de la golondrina
que construía su nido en el techo de
cañas del cazador. El fuego prendió,
y toda la casa fue pasto de las llamas y el
cazador murió abrasado. La hoguera
brilló por encima del lago, hasta el
abedul a cuyo pie reposa la princesa, tierra
que ha vuelto a la tierra. ¡Jamás
regresará a Egipto!
Y las dos se echaron a llorar. La cigüeña
padre, a quien contaron aquella fábula,
castañeteó con el pico con tanta
fuerza, que el eco resonó a lo lejos.
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