Seite 14: Des Moorkönigs Tochter (La hija del rey del pantano)



Welch Leben und welche Lust begann nun im Wikingerhause beim Wildmoor! Die Metkannen wurden in die Halle gebracht, das Feuer wurde entzündet, und Pferde wurden geschlachtet. Hier sollte ordentlich aufgetafelt werden! Der Opferpriester sprengte das warme Pferdeblut zur Weihe über die Sklaven, das Feuer knisterte, und der Rauch zog unter der Decke hin, daß der Ruß von den Balken tropfte, aber das war man gewöhnt.
Es waren Gäste geladen, und sie wurden wohl aufgenommen; vergessen waren Feindschaft und Ränke. Es wurde gezecht, und dann warf man einander die abgenagten Knochen ins Gesicht, das war ein Zeichen guter Laune.
Der Skalde – das war so eine Art Spielmann, der aber auch zu den Kriegern gehörte, die den Zug mitgemacht hatten, und die Taten mitangesehen hatte, die er besang – gab ein Lied zum besten, in dem er ihre Kriegs- und Heldentaten verkündete. Jeder Vers schloß mit dem Kehrreim: »Habe vergeht, Geschlechter vergehen, selbst gehst du dahin, doch nie vergeht ein ruhmreicher Name.«

Dabei schlugen alle an ihre Schilde und hämmerten mit den Messern oder einem Knochen auf die Tischplatte, daß es weithin zu hören war.

¡Qué vida y qué bullicio empezó entonces en el pueblo vikingo del pantano! Llevaron el barril de hidromiel a la sala, encendieron fuego y sacrificaron caballos. Se preparaba un gran festín.
El sacrificador purificó a los esclavos, rociándolos con sangre caliente de caballo.
Crepitaba el fuego y se esparcía el humo de tal manera por debajo del techo que el hollín caía de las vigas, pero todos estaban acostumbrados a eso.
Los invitados fueron acogidos amablemente. Olvidándose enemistad e intrigas, se bebió copiosamente, y en señal de franca amistad se arrojaban mutuamente a la cabeza los huesos roídos.
El bardo -una especie de ministril, que también era guerrero y había tomado parte en la campaña en la que había presenciado los acontecimientos que ahora narraba- entonó una canción en la que ensalzó los hechos heroicos llevados a cabo por cada uno. Todas las estrofas terminaban con el estribillo: «Las propiedades se pierden; los linajes se extinguen; los hombres perecen también, pero un nombre famoso no muere jamás».
Entonces todos golpeaban los escudos y martilleaban con los cuchillos o con un hueso sobre la mesa, provocando un ruido infernal.

Vokabular
der Met = el hidromel
die Halle = la sala
knistern = crepitar
der Ruß = el hollín
die Feindschaft = la enemistad
die Ränke (veraltet) = las intrigas
zechen (veraltet) = beber copiosamente
der Spielmann = el ministril
der Kehrreim = el estribillo
der Schild = el escudo





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