»Das
ist schrecklich!«, sagte die Storchmutter,
»ich kann das gar nicht mit anhören!
– Sag mir schnell, was dann weiter
geschah!« »Die Prinzessin jammerte
und weinte, Ihre Tränen rollten auf
den Erlenstamm nieder. Da bewegte er sich,
denn es war der Moorkönig selbst, der
dort im Moore wohnt. Ich sah, wie der Stamm
sich umdrehte, und da war er kein Stamm
mehr; lange schlammbedeckte Zweige reckten
sich empor wie Arme. Das arme Kind erschrak
und sprang davon auf dem schwankenden Moorboden.
Aber der kann an dieser Stelle mich nicht
einmal tragen, geschweige denn sie. Sie
versank sogleich, und der Erlenstamm tauchte
auch unter, er war es, der sie hinabzog.
Es stiegen noch ein paar große, schwarze
Blasen auf, und dann war nichts mehr zu
sehen. Nun liegt sie im Wildmoor begraben,
niemals kommt sie mit der Blume nach Ägypten.
Du hättest es nicht mit ansehen können,
Mutter!«
-¡Es
horrible! -exclamó la cigüeña
madre-. ¡No puedo oírlo..!
Pero sigue, ¿qué sucedió
después?
-La princesa se deshacía en llanto
y lamentos. Sus lágrimas caían
sobre el aliso, el cual de pronto empezó
a moverse, pues era el rey del cenagal en
persona, el que vive en el pantano. Vi cómo
el tronco giraba y desaparecía, y
unas ramas largas cubiertas de lodo se levantaban
al cielo como si fuesen brazos.
La pobre niña, asustada, saltó
sobre la movediza tierra del pantano.
Pero si a mí no puede sostenerme,
¡imagina si podía soportarla
a ella! Se hundió inmediatamente,
y con ella el aliso; fue él quien
la arrastró.
En la superficie aparecieron grandes burbujas
negras, y luego desapareció todo
rastro.
Ha quedado sepultada en el pantano, y jamás
volverá a Egipto con la flor. ¡Se
te hubiera partido el corazón, madre!