"Was!",
dachte der Kaiser, "ich sehe gar nichts!
Das ist ja erschrecklich! Bin ich dumm?
Tauge ich nicht dazu, Kaiser zu sein? Das
wäre das Schrecklichste, was mir begegnen
könnte."
"Oh, es ist sehr hübsch",
sagte er; "es hat meinen allerhöchsten
Beifall!", und er nickte zufrieden
und betrachtete den leeren Webstuhl; er
wollte nicht sagen, dass er nichts sehen
könne. Das ganze Gefolge, was er mit
sich hatte, sah und sah, aber es bekam nicht
mehr heraus als alle die andern, aber sie
sagten gleich wie der Kaiser: "Oh,
das ist hübsch!", und sie rieten
ihm, diese neuen prächtigen Kleider
das erste Mal bei dem großen Feste,
das bevorstand, zu tragen.
"Es ist herrlich, niedlich, ausgezeichnet!",
ging es von Mund zu Mund, und man schien
allerseits innig erfreut darüber. Der
Kaiser verlieh jedem der Betrüger ein
Ritterkreuz, um es in das Knopfloch zu hängen,
und den Titel Hofweber.
-¡Cómo!-
pensó el emperador. -¡Yo no veo
nada! ¡Esto es terrible! ¿Seré
tonto? ¿Acaso no sirvo para ser emperador?
Sería lo más espantoso que me
podría pasar.-
-¡Oh, sí, es muy bonita!- dijo.
-Tiene mi soberano aprobación y con
un gesto de agrado miraba el telar vacío;
no quería decir que no veía
nada.
Todo el séquito que le acompañaba
miraba y remiraba, pero ninguno lograba sacar
nada más que todos los otros; pero
dijeron, como el emperador -¡oh, qué
bonito!-, y le aconsejaron que estrenase estos
nuevos y preciosos vestidos en la procesión
que debía celebrarse próximamente.
-¡Es preciosa, elegantísima,
estupenda!- corría de boca en boca,
y todos estaban entusiasmados con ella.
El emperador concedió una Cruz de Caballero
a cada uno de los dos engañadores para
que se las llevaran en el ojal, y los nombró
tejedores imperiales.