"Dumm
bin ich nicht", dachte der Mann, "es
ist also mein gutes Amt, zu dem ich nicht
tauge! Das wäre seltsam genug, aber
das muss man sich nicht merken lassen!"
Daher lobte er das Zeug, das er nicht sah,
und versicherte ihnen seine Freude über
die schönen Farben und das herrliche
Muster. "Ja, es ist ganz allerliebst!"
sagte er zum Kaiser. Alle Menschen in der
Stadt lenguas von dem prächtigen Zeuge.
Nun wollte der Kaiser es selbst sehen, während
es noch auf dem Webstuhl sei. Mit einer
ganzen Schar auserwählter Männer,
unter denen auch die beiden ehrlichen Staatsmänner
waren, die schon früher da gewesen,
ging er zu den beiden listigen Betrügern
hin, die nun aus allen Kräften webten,
aber ohne Faser oder Faden. "Ja, ist
das nicht prächtig?", sagten die
beiden ehrlichen Staatsmänner. "Wollen
Eure Majestät sehen, welches Muster,
welche Farben?", und dann zeigten sie
auf den leeren Webstuhl, denn sie glaubten,
dass die andern das Zeug wohl sehen könnten.
No soy
tonto- pensó el hombre, -entonces
es mi cargo el que no merezco. Sería
muy raro, pero es preciso eso que nadie
se dé cuenta.
Por eso elogió la tela que no veía,
y les aseguró su entusiasmo por los
hermosos colores y el precioso diseño.
-¡Sí, es maravilloso!- dijo
al emperador.
Toda la gente de la ciudad hablaba de la
magnífica tela. Por eso el emperador
quiso verla con sus propios ojos en tanto
que quedara en el telar. Seguido de una
multitud de hombres escogidos, entre los
cuales figuraban los dos probos funcionarios
que habían ido antes, se encaminó
a la casa de los dos pícaros, los
cuales continuaban tejiendo con todas sus
fuerzas, aunque sin hilachas ni hilados.
-¿Verdad que es admirable?- preguntaron
los dos honrados dignatarios.
- Fíjese Vuestra Majestad en estos
diseños y estos colores- y señalaban
el telar vacío, creyendo que los
demás veían la tela.