In diesem 
                                      Augenblick kam der Kammerdiener des Herzogs 
                                      in die Küche und berichtete, daß 
                                      der Herr das Frühstück verlange. 
                                      Die Speisen wurden nun auf silberne Platten 
                                      gelegt und dem Herzog zugeschickt; der Oberküchenmeister 
                                      aber nahm den Kleinen in sein Zimmer und 
                                      unterhielt sich mit ihm. Kaum waren sie 
                                      aber halb so lange da, als man ein Paternoster 
                                      spricht (es ist dies das Gebet der Franken, 
                                      o Herr, und dauert nicht halb so lange als 
                                      das Gebet der Gläubigen), so kam schon 
                                      ein Bote und rief den Oberküchenmeister 
                                      zum Herrn. Er kleidete sich schnell in sein 
                                      Festkleid und folgte dem Boten.
                                      Der Herzog sah sehr vergnügt aus. Er 
                                      hatte alles aufgezehrt, was auf den silbernen 
                                      Platten gewesen war, und wischte sich eben 
                                      den Bart ab, als der Oberküchenmeister 
                                      zu ihm eintrat. 
                                      "Höre, Küchenmeister", 
                                      sprach er, "ich bin mit deinen Köchen 
                                      bisher immer sehr zufrieden gewesen; aber 
                                      sage mir, wer hat heute mein Frühstück 
                                      bereitet? So köstlich war es nie, seit 
                                      ich auf dem Thron meiner Väter sitze; 
                                      sage an, wie er heißt, der Koch, daß 
                                      wir ihm einige Dukaten zum Geschenk schicken." 
                                    
 
En este 
                                    momento el chambelán del duque entró 
                                    en la cocina y informó que el señor 
                                    pedía su desayuno. Entonces pusieron 
                                    los manjares en fuentes de plata y los enviaron 
                                    al duque. Pero el maestro primero de cocina 
                                    llevó al pequeño a su habitación 
                                    para conversar con él. 
                                    Apenas llevaban allí la mitad del tiempo 
                                    en que se reza un padrenuestro (está 
                                    es la oración de los francos, ¡oh, 
                                    señor!, y no dura la mitad del tiempo 
                                    de la oración de los creyentes), cuando 
                                    ya vino un mensajero llamando al maestro primero 
                                    de cocina ante el señor. Vistió 
                                    con rapidez su traje de gala y siguió 
                                    al mensajero.
                                    El duque parecía de muy buen humor. 
                                    Se había comido todo lo que estaba 
                                    en la bandeja de plata y se estaba limpiando 
                                    la barba en el momento preciso en que se presentó 
                                    alte él el maestro primero de cocina. 
                                    
                                    -Oye, maestro de cocina- dijo, -hasta ahora 
                                    siempre he estado muy contento de tus cocineros, 
                                    pero dime, ¿quién me ha preparado 
                                    hoy el desayuno? Nunca, desde que ocupo el 
                                    trono de mi padre, ha estado tan delicioso. 
                                    Indícame cómo se llama el cocinero 
                                    para enviarle algunos ducados de regalo.