"Und
das ist jetzt sieben Jahre, sagt Ihr?"
"Sieben Jahre wird es im Frühling.
Wir ließen ihn ausrufen, wir gingen
von Haus zu Haus und fragten; manche hatten
den hübschen Jungen gekannt und liebgewonnen
und suchten jetzt mit uns, alles vergeblich.
Auch die Frau, welche das Gemüse gekauft
hatte, wollte niemand kennen; aber ein steinaltes
Weib, die schon neunzig Jahre gelebt hatte,
sagte, es könne wohl die böse
Fee Kräuterweis gewesen sein, die alle
fünfzig Jahre einmal in die Stadt komme,
um sich allerlei einzukaufen."
So sprach Jakobs Vater und klopfte dabei
seine Schuhe weidlich und zog den Draht
mit beiden Fäusten weit hinaus. Dem
Kleinen aber wurde es nach und nach klar,
was mit ihm vorgegangen, daß er nämlich
nicht geträumt, sondern daß er
sieben Jahre bei der bösen Fee als
Eichhörnchen gedient habe. Zorn und
Gram erfüllten sein Herz so sehr, daß
es beinahe zerspringen wollte. Sieben Jahre
seiner Jugend hatte ihm die Alte gestohlen,
und was hatte er für Ersatz dafür?
Daß er Pantoffeln von Kokosnüssen
blank putzen, daß er ein Zimmer mit
gläsernem Fußboden reinmachen
konnte? Daß er von den Meerschweinchen
alle Geheimnisse der Küche gelernt
hatte? Er stand eine gute Weile so da und
dachte über sein Schicksal nach; da
fragte ihn endlich sein Vater:"Ist
Euch vielleicht etwas von meiner Arbeit
gefällig, junger Herr? Etwa ein Paar
neue Pantoffeln oder", setzte er lächelnd
hinzu, "vielleicht ein Futteral für
Eure Nase?"
- ¿Y
de eso hace siete años, decís?
- En primavera hará siete años.
Le dejamos pregonar, fuimos de casa en casa
y preguntamos; algunos habían conocido
al quapo muchacho y le habían cogido
cariño y entonces buscaron con nosotros,
pero en vano.
Y la mujer que había comprado la verdura
tampoco la conocía nadie.
Pero una mujer vetusta que había vivido
ya noventa años, dijo que bien podía
haber sido el hada mala Saberhierbas, que
cada cincuenta años venía una
vez a la ciudad para comprarse toda clase
de cosas.
Así habló el padre de Jacob
y dio grandes golpes en sus zapatos, tirando
hacia afuera el hilo todo lo que podía
con ambos puños. Poco a poco el pequeño
fue comprendiendo lo que le había sucedido,
que no había soñado, sino que
había servido siete años como
ardilla en la casa del hada mala.
La cólera y la pena llenaron tanto
su pequeño corazón que estuvo
a punto de estallarle. Siete años de
su juventud le había robado la vieja,
¿y qué compensación tenía
a cambio? ¿Que sabía sacar brillo
a zapatillas de cáscara de coco, que
sabía limpiar una habitación
con suelo de cristal? ¿Que había
aprendido de los cobayos todos los secretos
de la cocina?
Reflexionando sobre su destino, se quedó
un buen rato en el mismo sitio. Por fin el
padre le preguntó
-necesitáis a lo mejor algo de mi trabajo,
joven señor? ¿Tal vez un par
de zapatillas nuevas o..., - añadió
sonriendo, un estuche para su nariz.