War es
nun Winter und der Schnee lag ringsumher
funkelnd weiss, so kam häufig ein Hase
angesprungen und setzte gerade über
den kleinen Baum weg. Oh, das war ärgerlich!
Aber zwei Winter vergingen, und im dritten
war das Bäumchen so gross, dass der
Hase um es herumlaufen musste. "O,
wachsen, wachsen, gross und alt werden,
das ist doch das einzige Schöne in
dieser Welt!", dachte der Baum.
ImHerbst kamen immer Holzhauer und fällten
einige der grösstenBäume; das
geschah jedes Jahr, und dem jungen Tannenbaum,
der nun ganz gut gewachsen war, schauderte
dabei; denn die grossen, prächitigen
Bäume fielen mit Knacken und Krachen
zur Erde, die Zweige wurden abgehauen, die
Bäume sahen ganz nackt, lang und schmal
aus; sie waren fast nicht zu erkennen. Aber
dann wurden sie auf Wagen gelegt, und Pferde
zogen sie davon, aus dem Walde hinaus.
Wohin sollten sie? Was stand ihnen bevor?
Cuando
llegaba el invierno, y la nieve cubría
el suelo con su rutilante manto blanco,
muy a menudo pasaba una liebre, en veloz
carrera, saltando por encima del arbolito.
¡Lo que se enfadaba el abeto! Pero
transcurrieron dos inviernos más
y el abeto había crecido ya bastante
para que la liebre hubiese de desviarse
y darle la vuelta.
- ¡Oh, crecer, crecer, llegar a ser
muy alto y a contar años y años:
esto es lo más hermoso que hay en
el mundo!-, pensaba el árbol.
En otoño se presentaban indefectiblemente
los leñadores y cortaban algunos
de los árboles más corpulentos.
La cosa ocurría todos los años,
y nuestro joven abeto, que estaba ya bastante
crecido, sentía entonces un escalofrío
de horror, pues los magníficos y
soberbios troncos se desplomaban con estridentes
crujidos y gran estruendo. Los hombres cortaban
las ramas, y los árboles quedaban
desnudos, larguiruchos y delgados; nadie
los habría reconocido. Luego eran
cargados en carros arrastrados por caballos,
y sacados del bosque. ¿Adónde
iban? ¿Qué suerte les aguardaba.