Sie hatte
ihn mit ihren Tränen genetzt, und er
war stark wie ein Ankertau. Sie erhob sich,
ihr Entschluß war gefaßt, der
Traum mußte zur Wahrheit werden.
Es war Nacht, ihr Vater schlief, sie küßte
seine Hand, nahm ihre Spindel und band das
Ende des Fadens am Hause ihres Vaters fest,
sonst würde sie ja, die Blinde, niemals
wieder heimfinden.
An den Faden wollte sie sich halten, auf
ihn verließ sie sich, nicht auf sich
selbst und andere. Sie pflückte vier
Blätter vom Baume der Sonne, die wollte
sie mit Wind und Wetter gehen lassen, damit
sie zu den Brüdern als Brief und Gruß
gelangten, wenn es geschehen sollte, daß
sie sie draußen in der weiten Welt
nicht fand. Wie würde es ihr wohl dort
ergehen, dem armen blinden Kind! Doch sie
hatte den unsichtbaren Faden, an dem sie
sich halten konnte; weit war sie allen den
anderen voraus, denn sie nannte eine Gabe
ihr eigen:das Gefühl, und durch dieses
hatte sie gleichsam Augen in jeder Fingerspitze
und Ohren im Herzen.
Ella la
había humedecido con sus lágrimas,
y era resistente como soga de áncora.
Se levantó y tomó una resolución:
era necesario que el sueño se convirtiese
en realidad.
En plena noche besó la mano de su padre,
que aún dormía, y, cogiendo
el huso, ató fuertemente el extremo
de la hebra a la casa paterna, ya que de otro
modo, ciega como era, nunca habría
podido encontrar el camino de vuelta.
Se mantendría cogida a la hebra, confiándose
a ella, no a su propio criterio ni al de otros.
Cortó cuatro hojas del árbol
del sol con la idea de lanzarlas al viento
para que llegasen a sus hermanos a modo de
carta y de saludo, en caso de que no los encontrase
en sus andanzas por el mundo.
¿Cómo lo pasaría, la
pobre ciega? Tenía, no obstante, el
hilo invisible, al que podía agarrarse,
y por encima de todo poseía una aptitud:
el sentimiento, y esto equivalía a
tener ojos en las puntas de los dedos, y orejas
en el corazón.