"Laßt
uns nun erst sehen, was in dem andern Behälter
ist, ehe wir böse werden!", meinte
der Kaiser, und da kam die Nachtigall heraus,
die so schön sang, daß man nicht
gleich etwas Böses gegen sie vorbringen
konnte. "Superbe! Charmant!",
sagten die Hofdamen; denn sie plauderten
alle französisch, eine immer ärger
als die andere.
"Wie der Vogel mich an die Spieldose
der seligen Kaiserin erinnert!", sagte
ein alter Kavalier,"ach ja, das ist
derselbe Ton, derselbe Vortrag!" "Ja!",
sagte der Kaiser, und dann weinte er wie
ein kleines Kind.
"Es wird doch hoffentlich kein natürlicher
sein?", sagte die Prinzessin. "Ja,
es ist ein natürlicher Vogel!",
sagten die Boten, die ihn gebracht hatten.
"So laßt den Vogel fliegen",
sagte die Prinzessin, und sie wollte nicht
gestatten, daß der Prinz käme.
-Vamos,
no te aflijas aún, y veamos qué
hay en la otra caja -aconsejó el
Emperador; y salió entonces el ruiseñor,
cantando de un modo tan bello, que no hubo
medio de manifestar nada en su contra. -¡Superbe,
charmant! -exclamaron las damas, pues todas
hablaban francés a cual peor.
-Como el pájaro me recuerda a la
caja de música de la difunta emperatriz
-observó un anciano caballero-. Es
la misma melodía, el mismo canto.
-En efecto -asintió el emperador,
echándose a llorar como un niño.
-Espero que no sea natural, ¿verdad?
-preguntó la princesa. -Sí,
lo es; es un pájaro de verdad -respondieron
los mandaderos que lo habían traído.
-Entonces, dejadlo en libertad -ordenó
la princesa; y se negó a recibir
al príncipe.