Endlich
sprach der Frosch: »Ich habe mich
satt gegessen und bin müde. Nun trag
mich in dein Kämmerlein und mach dein
seidenes Bettlein zurecht!« Die Königstochter
fing an zu weinen und fürchtete sich
vor dem kalten Frosch, den sie sich nicht
anzurühren getraute und der nun in
ihrem schönen, reinen Bettlein schlafen
sollte.
Der König aber wurde zornig und sprach:
»Wer dir geholfen hat, als du in Not
warst, den sollst du hernach nicht verachten!«
Da packte sie den Frosch mit zwei Fingern,
trug ihn hinauf in ihr Kämmerlein und
setzte ihn dort in eine Ecke. Als sie aber
im Bette lag, kam er gekrochen und sprach:
»Ich will schlafen so gut wie du.
Heb mich hinauf, oder ich sag's deinem Vater!«
Da wurde sie bitterböse, holte ihn
herauf und warf ihn gegen die Wand. »Nun
wirst du Ruhe geben«, sagte sie, »du
garstiger Frosch!« Als er aber herabfiel,
war er kein Frosch mehr, sondern ein Königssohn
mit schönen freundlichen Augen.
Der war nun nach ihres Vaters Willen ihr
lieber Geselle und Gemahl. Er erzählte
ihr, er wäre von einer bösen Hexe
verwünscht worden, und niemand hätte
ihn aus dem Brunnen erlösen können
als sie allein, und morgen wollten sie mitsammen
in sein Reich gehen.
Finalmente,
dijo la bestezuela: - ¡Ay! Estoy ahíta
y me siento cansada; llévame a tu cuartito
y arregla tu camita de seda: dormiremos juntas.
La princesita se echó a llorar; le
repugnaba aquel bicho frío, que ni
siquiera se atrevía a tocar; y he aquí
que ahora se empeñaba en dormir en
su cama.
Pero el rey, enojado, le dijo:
- No debes despreciar a quien te ayudó
cuando te encontrabas necesitada.
Cogió la rana, pues, con dos dedos,
la llevó arriba y la depositó
en un rincón.
Mas cuando ya se había acostado, se
acercó la rana a saltitos y exclamó:
- Estoy cansada y quiero dormir tan bien como
tú; conque súbeme a tu cama,
o se lo diré a tu padre. La princesita
se puso furiosa, cogió a la rana del
suelo y la arrojó contra la pared:
- ¡Ahora descansarás, asquerosa!
Pero en cuanto la rana cayó al suelo,
dejó de ser rana, y convirtióse
en un príncipe, un apuesto príncipe
de bellos ojos y dulce mirada. Y el rey lo
aceptó como compañero y esposo
de su hija. Le contó entonces que una
bruja malvada lo había encantado, y
que nadie sino ella podía desencantarlo
y sacarlo de la fuente y le dijo que al día
siguiente se marcharían a su reino.
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