Da klopfte
es zum zweiten Mal, und eine Stimme rief:
»Königstochter, jüngste,
mach mir auf!
Weißt du nicht, was gestern du zu
mir gesagt
bei dem kühlen Brunnenwasser?
Königstochter, jüngste, mach mir
auf!«
Da sagte der König: »Was du versprochen
hast, das mußt du auch halten! Geh
nur und mach ihm auf!«
Sie ging und öffnete die Tür.
Da hüpfte der Frosch herein und hüpfte
ihr immer nach bis zu ihrem Stuhl. Dort
blieb er sitzen und rief:
»Heb mich hinauf zu dir!« Sie
zauderte, bis es endlich der König
befahl. Als der Frosch auf dem Stuhl war,
wollte er auf den Tisch, und als er da saß,
sprach er: »Nun schieb mir dein goldenes
Tellerlein näher, damit wir mitsammen
essen können.«
Der Frosch ließ sich's gut schmecken,
ihr aber blieb fast jeder Bissen im Halse
stecken.
Entretanto, llamaron por segunda vez y se oyó una voz que decía:
«¡Princesita, la más niña,
ábreme!
¿No sabes lo que ayer me dijiste
junto a la fresca fuente?
¡Princesita, la más niña,
ábreme!»
Dijo entonces el rey:
- Lo que prometiste debes cumplirlo. Ve y ábrele la puerta.
La niña fue a abrir, y la rana saltó dentro y la siguió hasta su silla. Al sentarse la princesa, la rana se plantó ante sus pies y le gritó:
- ¡Súbeme a tu silla! -. La princesita
vacilaba, pero el rey le ordenó que
lo hiciese. De la silla, el animalito quiso
pasar a la mesa, y, ya acomodado en ella,
dijo:
- Ahora acércame tu platito de oro
para que podamos comer juntas.
La rana engullía muy a gusto, mientras
a la princesa se le atragantaban todos los
bocados.