'Laßt
uns Lärm machen!', sagten alle. Da
ging die Tür auf. Es war das Dienstmädchen,
und da standen sie still. Keiner bewegte
sich; aber da war nicht ein Topf, der nicht
gewußt hätte, was er zu tun vermöge
und wie vornehm er sei. 'Ja, wenn ich gewollt
hätte', dachte jeder, 'so hätte
es ein recht lustiger Abend werden sollen!'
Das Dienstmädchen nahm die Streichhölzer
und zündete sich Feuer damit an. Wie
sie sprühten und in Flammen gerieten!
'Nun kann doch ein jeder sehen', dachten
sie, 'daß wir die Ersten sind. Welchen
Glanz wir haben, welches Licht!'
Damit waren sie ausgebrannt. »Das
war ein herrliches Märchen!«,
sagte die Königin. »Ich fühle
mich ganz in die Küche versetzt zu
den Streichhölzern, ja, nun sollst
du unsere Tochter haben.« »Jawohl!«,
sagte der König, »du sollst unsere
Tochter am Montag haben!« Denn nun
sagten sie du zu ihm, da er ja nun fortan
sowieso zur Familie gehören sollte.
- ¡Sí, armemos un escándalo! -exclamaron todos. En esto se abrió la puerta y entró la criada. Todos se quedaron quietos, nadie se movió; pero ni una olla dudaba de sus habilidades y de su distinción. "Si hubiésemos querido -pensaba cada uno-, ¡qué reunión más deliciosa habríamos pasado!".
La sirvienta agarró los fósforos y prendió fuego. ¡Cómo chisporroteaban, y qué llamas echaban!
-Ahora todos tendrán que percatarse
de que somos los primeros -pensaban-. ¡Pequeño
brillo y pequeño resplandor el nuestro!
Y de este modo se consumieron”. - ¡Qué
cuento tan bonito! -dijo la reina-. Me parece
encontrarme en la cocina, entre los fósforos.
Sí, te casarás con nuestra hija.
- Desde luego -asintió el rey-. Será
tuya el lunes por la mañana -. Lo tuteaban
ya, considerándolo como de la familia.
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