Im Fenster saß eine alte Feder, womit das Mädchen zu schreiben pflegte; es war nichts Bemerkenswertes an ihr, außer daß sie gar zu tief in die Tinte getaucht worden, aber darauf war sie nun stolz. 'Will die Teemaschine nicht singen', sagte sie, 'so kann sie es unterlassen; draußen hängt eine Nachtigall im Käfig, die kann singen; die hat zwar nichts gelernt, aber das wollen wir diesen Abend dahingestellt sein lassen!' 'Ich finde es höchst unpassend', sagte der Teekessel - er war Küchensänger und Halbbruder der Teemaschine -, 'daß ein fremder Vogel gehört werden soll! Ist das Vaterlandsliebe? Der Marktkorb mag darüber richten!' 'Ich ärgere mich nur', sagte der Marktkorb, 'ich ärgere mich so, wie es sich kein Mensch denken kann! Ist das eine passende Art, den Abend hinzubringen? Würde es nicht vernünftiger sein, Ordnung herzustellen? Ein jeder müßte auf seinen Platz kommen, und ich würde das ganze Spiel leiten. Das sollte etwas anderes werden!'
Había en la ventana una vieja pluma, con la que solía escribir la sirvienta. Nada de notable podía observarse en ella, aparte que la sumergían demasiado en el tintero, pero ella se sentía orgullosa del hecho.
- Si la tetera se niega a cantar, que no cante
-dijo-. Ahí fuera hay un ruiseñor
enjaulado que sabe hacerlo. No es que haya
estudiado en el conservatorio, pero por esta
noche seremos condescendientes. - Me parece
muy poco conveniente -objetó la cafetera,
que era una cantora de cocina y hermanastra
de la tetera - tener que escuchar a un pájaro
forastero. ¿Es esto patriotismo? Que
juzgue el cesto de la compra. - Francamente,
me desilusionaron -dijo el cesto-.
¡Vaya manera estúpida de pasar
una reunión! En lugar de ir cada cuál
por su lado, ¿no sería mucho
mejor hacer las cosas con orden? Cada uno
ocuparía su sitio, y yo dirigiría
el juego. ¡Otra cosa seria!