»Aber
Sie müssen am Sonnabend herkommen«,
sagte sie, »da sind der König
und die Königin bei mir zum Tee! Sie
werden sehr stolz darauf sein, daß
ich den Türkengott bekomme, aber sehen
Sie zu, daß Sie ein recht hübsches
Märchen wissen, denn das lieben meine
Eltern ganz außerordentlich; meine
Mutter will es erbaulich und vornehm und
mein Vater belustigend haben, so daß
man lachen kann!« »Ja, ich bringe
keine andere Brautgabe als ein Märchen!«,
sagte er, und so schieden sie, aber die
Prinzessin gab ihm einen Säbel, der
war mit Goldstücken besetzt, und die
konnte er gerade gebrauchen. Nun flog er
fort, kaufte sich einen neuen Schlafrock
und saß dann draußen im Walde
und dichtete ein Märchen; das sollte
bis zu Sonnabend fertig sein, und das ist
nicht leicht. Es wurde fertig, und da war
es Sonnabend. Der König und die Königin
und der ganze Hof warteten mit dem Tee bei
der Prinzessin. Der Kaufmannssohn wurde
freundlich empfangen. »Wollen Sie
uns nun ein Märchen erzählen«,
sagte die Königin, »eins, das
tiefsinnig und belehrend ist?« »Aber
worüber man, auch wenn es viel Weisheit
enthält, doch noch lachen kann!«
sagte der König. »Jawohl!«,
erwiderte er und erzählte; da muß
man nun gut aufpassen.
- Pero tendrás
que volver el sábado -agregó-,
pues he invitado a mis padres a tomar el té.
Estarán orgullosos de que me case con
el dios de los turcos. Pero mira de recordar
historias bonitas, que a mis padres les gustan
mucho. Mi madre las prefiere edificantes y
distinguidos, y mi padre las quiere divertidas,
pues le gusta reírse.
- Bien, no traeré más regalo de boda que mis cuentos -respondió él, y se despidieron; pero antes la princesa le regaló un sable adornado con monedas de oro. ¡Y bien que le vino al joven!
Partió volando, se compró una nueva bata y se fue al bosque, donde se puso a escribir un cuento. Debía estar listo para el sábado, y la cosa no es tan fácil.
Y cuando lo tuvo terminado, era ya sábado.
El rey, la reina y toda la Corte lo aguardaban
para tomar el té en compañía
de la princesa. Lo recibieron con gran cortesía.
- ¿Vais a contarnos un cuento? le preguntó
la reina, -uno que tenga sentido profundo
y sea instructivo?
- Pero, aunque contenga mucha sabiduría,
al mismo tiempo nos haga reír -añadió
el rey.- De acuerdo -respondió el joven,
e inició su relato. Y ahora, atención.