Das war
ein merkwürdiger Koffer. Sobald man
an das Schloß drückte, konnte
der Koffer fliegen. Das tat nun der Mann,
und sogleich flog er mit dem Koffer durch
den Schornstein hoch über die Wolken
hinauf, weiter und weiter fort; sooft aber
der Boden ein wenig krachte, war er sehr
in Angst, daß der Koffer in Stücke
gehe, denn alsdann hätte er einen ganz
tüchtigen Luftsprung gemacht. So kam
er nach dem Lande der Türken. Den Koffer
verbarg er im Walde unter verdorrten Blättern
und ging dann in die Stadt hinein; das konnte
er auch recht gut, denn bei den Türken
gingen ja alle so wie er in Schlafrock und
Pantoffeln. Da begegnete er einer Amme mit
einem kleinen Kinde.
»Höre du, Türkenamme«,
fragte er, »was ist das für ein
großes Schloß hier dicht bei
der Stadt, wo die Fenster so hoch sitzen?«
»Da wohnt die Tochter des Königs!«,
erwiderte die Frau. »Es ist prophezeit,
daß sie über einen Geliebten
sehr unglücklich werden würde,
und deshalb darf niemand zu ihr kommen,
wenn nicht der König und die Königin
mit dabei sind!«
Era un cofre curioso: echaba a volar en cuanto se le apretaba la cerradura. Y así lo hizo; en un abrir y cerrar de ojos, el muchacho se sintió por los aires metido en el cofre, después de salir por la chimenea, y subió hasta las nubes, vuela que te vuela. Cada vez que el fondo del cofre crujía un poco, a nuestro hombre le entraba pánico; si se desprendiesen las tablas, ¡vaya salto! ¡Dios nos ampare!
De esta manera llegó a tierras turcas.
Después de esconder el cofre en el
bosque, entre hojarasca seca, se dirigió
a la ciudad; no llamó la atención
de nadie, pues todos los turcos vestían
también bata y babuchas. Se encontró
con una ama de cría que llevaba un
niño:
- Oye, nodriza -le preguntó-, ¿qué es aquel castillo tan grande, junto a la ciudad, con ventanas tan altas?
- Allí vive la hija del rey -respondió
la mujer-. Le predijeron que quien se enamore
de ella la hará desgraciada; es por
eso no dejan que nadie se le acerque, si no
es en presencia del rey y de la reina.