Als die
Stunde kam, spannte die Mutter an und setzte
Daumesdick ins Ohr des Pferdes, und dann
rief der Kleine, wie das Pferd gehen sollte:»Jüh
und joh! hott und har!« Da ging es
ganz ordentlich als wie bei einem Meister,
und der Wagen fuhr den rechten Weg nach
dem Walde. Es trug sich zu, als er eben
um eine Ecke bog und der Kleine:»Har,
har!« rief, daß zwei fremde
Männer daherkamen. »Mein,«
sprach der eine, »was ist das? Da
fährt ein Wagen, und ein Fuhrmann ruft
dem Pferde zu, und ist doch nicht zu sehen.«
»Das geht nicht mit rechten Dingen
zu«, sagte der andere, »wir
wollen dem Karren folgen und sehen, wo er
anhält.« Der Wagen aber fuhr
vollends in den Wald hinein und richtig
zu dem Platze, wo das Holz gehauen ward.
Als Daumesdick seinen Vater erblickte, rief
er ihm zu: »Siehst du, Vater, da bin
ich mit dem Wagen, nun hol mich runter.«
Der Vater faßte das Pferd mit der
Linken und holte mit der Rechten sein Söhnlein
aus dem Ohr, das sich ganz lustig auf einen
Strohhalm niedersetzte.
Cuando sonó
la hora convenida, la madre enganchó
el caballo y puso a Pulgarcito en su oreja;
y así iba el pequeño dando órdenes
al animal: «¡Arre! ¡Soo!
¡Tras!». Todo marchó a
pedir de boca, como si el pequeño hubiese
sido un carretero consumado, y el carro tomó
el camino del bosque. Pero he aquí
que cuando, al doblar una esquina, el rapazuelo
gritó: «¡Arre, arre!»,
acertaban a pasar dos forasteros.
- ¡Toma! -exclamó uno-, ¿qué
es esto? Ahí va un carro, el carretero
le grita al caballo y, sin embargo, no se
le ve por ninguna parte. - ¡Aquí
hay algún misterio! -asintió
el otro-. Sigamos el carro y veamos adónde
va. Pero el carro entró en el bosque,
dirigiéndose en línea recta
al sitio en que el padre estaba cortando leña.
Al verlo Pulgarcito, gritó: - ¡Padre,
aquí estoy, con el carro, bájame
a tierra! El hombre sujetó el caballo
con la mano izquierda, mientras con la derecha
sacaba de la oreja del rocín a su hijito,
el cual se sentó sobre una brizna de
paja.