Der Bauer
machte sich eines Tages fertig, in den Wald
zu gehen und Holz zu fällen, da sprach
er so vor sich hin:»Nun wollt ich,
daß einer da wäre, der mir den
Wagen nachbrächte.« »O
Vater«, rief Daumesdick, »den
Wagen will ich schon bringen, verlaßt
Euch drauf, er soll zur bestimmten Zeit
im Walde sein.« Da lachte der Mann
und sprach:»Wie sollte das zugehen,
du bist viel zu klein, um das Pferd mit
dem Zügel zu leiten.« »Das
tut nichts, Vater, wenn nur die Mutter anspannen
will, ich setze mich dem Pferd ins Ohr und
rufe ihm zu, wie es gehen soll.« »Nun«,
antwortete der Vater, »einmal wollen
wirs versuchen.«
Un día
en que el leñador se disponía
a ir al bosque a cortar leña, dijo
para sí, hablando a media voz: «¡Si
tuviese a alguien para llevarme el carro!».
- ¡Padre! -exclamó Pulgarcito-,
yo te llevaré el carro. Puedes estar
tranquilo; a la hora debida estará
en el bosque. Se puso el hombre a reír,
diciendo: - ¿Cómo te las arreglarás?
¿No ves que eres demasiado pequeño
para manejar las riendas? - No importa, padre.
Sólo con que madre enganche, yo me
instalaré en la oreja del caballo y
lo conduciré adonde tú quieras.
«Bueno -pensó el hombre-, no
se perderá nada con probarlo».