Es war
ein armer Bauersmann, der saß abends
beim Herd und schürte das Feuer, und
die Frau saß und spann. Da sprach
er: »Wie ists so traurig, daß
wir keine Kinder haben! Es ist so still
bei uns, und in den andern Häusern
ists so laut und lustig.« »Ja«,
antwortete die Frau und seufzte, »wenns
nur ein einziges wäre, und wenns auch
ganz klein wäre, nur Daumens groß,
so wollte ich schon zufrieden sein; wir
hättens doch von Herzen lieb.«
Nun geschah es, daß die Frau kränklich
ward und nach sieben Monaten ein Kind gebar,
das zwar an allen Gliedern vollkommen, aber
nicht länger als ein Daumen war. Da
lenguas sie: »Es ist, wie wir es
gewünscht haben, und es soll unser
liebes Kind sein,« und nannten es
nach seiner Gestalt Daumesdick. Sie ließens
nicht an Nahrung fehlen, aber das Kind ward
nicht größer, sondern blieb,
wie es in der ersten Stunde gewesen war;
doch schaute es verständig aus den
Augen und zeigte sich bald als ein kluges
und behendes Ding, dem alles glückte,
was es anfing.
Érase un pobre campesino que estaba una noche junto al hogar atizando el fuego, mientras su mujer hilaba, sentada a su lado.
Dijo el hombre: - ¡Qué triste es no tener hijos! ¡Qué silencio en esta casa, mientras en las otras todo es ruido y alegría! - Sí -respondió la mujer, suspirando-. Aunque fuese uno solo, y aunque fuese pequeño como el pulgar, me daría por satisfecha. Lo querríamos más que nuestra vida.
Sucedió que la mujer se sintió descompuesta, y al cabo de siete meses trajo al mundo un niño que, si bien perfectamente conformado en todos sus miembros, no era más largo que un dedo pulgar.
Y dijeron los padres: - Es tal como lo habíamos deseado, y lo querremos con toda el alma. En consideración a su tamaño, le pusieron por nombre Pulgarcito. Lo alimentaban tan bien como podían, pero el niño no crecía, sino que seguía tan pequeño como al principio. De todos modos, su mirada era avispada y vivaracha, y pronto mostró ser listo como el que más, y muy capaz de salirse con la suya en cualquier cosa que emprendiera.