Der König
sprach ihr Trost zu und sagte: »Laß
in der nächsten Nacht deine Schlafkammer
offen, meine Diener sollen außen stehen
und, wenn er ein-geschlafen ist, hineingehen,
ihn binden und auf ein Schiff tragen, das
ihn in die weite Welt führt.«
Die Frau war damit zufrieden, des Königs
Waffenträger aber, der alles mit angehört
hatte, war dem jungen Herrn gewogen und
hinterbrachte ihm den ganzen Anschlag.
»Dem Ding will ich einen Riegel vorschieben«,
sagte das Schneiderlein. Abends legte es
sich zu gewöhnlicher Zeit mit seiner
Frau zu Bett. Als sie glaubte, er sei eingeschlafen,
stand sie auf, öffnete die Tür
und legte sich wieder. Das Schneiderlein,
das sich nur stellte, als wenn es schliefe,
fing an mit heller Stimme zu rufen:»Junge,
mach mir den Wams und flick mir die Hosen,
oder ich will dir die Elle über die
Ohren schlagen! Ich habe siebene mit einem
Streich getroffen, zwei Riesen getötet,
ein Einhorn fortgeführt und ein Wildschwein
gefangen und sollte mich vor denen fürchten,
die draußen vor der Kammer stehen!«
Als diese den Schneider also sprechen hörten,
überkam sie eine große Furcht,
sie liefen, als wenn das wilde Heer hinter
ihnen wäre, und keiner wollte sich
mehr an ihn wagen. Also war und blieb das
Schneiderlein sein Lebtag ein König.
El Rey la
consoló diciéndole -la próxima
noche deja abierta la puerta de tu cuarto,
y cuando él duerma, entrarán,
lo atarán y lo conducirán a
un barco, que se lo llevará muy lejos.
La mujer quedó con esto apaciguada;
pero el escudero del rey, que había
oído la conversación y era adicto
a su joven amo, corrió a prevenirlo
de lo que contra él maquinaban.
-Ya pondré freno a este asunto,- dijo
el sastrecillo.
Al llegar la noche se acostó con su
mujer, como de costumbre. Cuando ella lo creyó
dormido, se levantó, fue a abrir la
puerta y se volvió a la cama.
El sastrecillo, que sólo simulaba estar
durmiendo, se puso entonces a gritar en voz
clara y audible -¡muchacho, acábame
el jubón y cose los pantalones, si
no quieres que te mida la espalda con esta
vara! He matado siete de un golpe, vencido
a dos gigantes, cazado un unicornio y un jabalí,
¡y ahora iba a asustarme de los que
están ante la puerta!-
Al oír las palabras del sastre, los
hombres echaron a correr, más asustados
que si los persiguiese un ejército
de demonios; y ya nadie más se atrevió
a habérselas con él. Y así,
el joven sastre siguió siendo rey durante
toda su vida.
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