"Bist
du so ein Kerl?", sprach er und mußte
selbst seine Tapferkeit bewundern. "Das
soll die ganze Stadt erfahren." Und
in der Hast schnitt sich das Schneiderlein
einen Gürtel, nähte ihn und stickte
mit großen Buchstaben darauf »Siebene
auf einen Streich!« "Ei was,
Stadt!", sprach er weiter, "die
ganze Welt soll's erfahren!" Und sein
Herz wackelte ihm vor Freude wie ein Lämmerschwänzchen.
Der Schneider band sich den Gürtel
um den Leib und wollte in die Welt hinaus,
weil er meinte, die Werkstätte sei
zu klein für seine Tapferkeit. Eh er
abzog, suchte er im Haus herum, ob nichts
da wäre, was er mitnehmen könnte.
Er fand aber nichts als einen alten Käs,
den steckte er ein. Vor dem Tore bemerkte
er einen Vogel, der sich im Gesträuch
gefangen hatte, der mußte zu dem Käse
in die Tasche.
- ¡Qué
valiente eres! -se dijo, admirado de su propio
arrojo-. ¡Esto tiene que saberlo toda
la ciudad! Y de prisa se cortó un cinturón
y a lo cosió, y luego, con grandes
letras, bordó en él el siguiente
letrero: «Siete de un golpe».
- ¡Qué digo la ciudad! -añadió-.
¡El mundo entero ha de saberlo! Y, de
puro gozo, el sastre se puso el cinturón
y se dispuso a salir al mundo, pensando que
su taller era demasiado pequeño para
su valentía.
Antes de marcharse estuvo rebuscando en toda
la casa, por si encontraba algo que pudiera
servirle para el viaje; pero sólo descubrió
un viejo queso y se lo embolsó. Frente
a la puerta vio un pájaro que se había
enredado en un matorral, y se lo metió
también en el talego, para que hiciera
compañía al queso.
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