»Sommernarr!«,
schallte es durch den kalten Morgen, denn
»Sommernarr« heißt im
Dänischen das Schneeglöckchen.
»Sommernarr«, jubelten ein paar
Kinder, die in den Garten hinabkamen. »Da
steht einer, so lieblich, so schön,
der Erste, der Einzige!« Und die Worte
taten der Blume so wohl, es waren Worte
wie warme Sonnenstrahlen. Die Blume fühlte
in ihrer Freude nicht einmal, daß
sie gepflückt wurde. Sie lag in einer
Kinderhand, wurde von einem Kindermund geküßt
und hinein in die warme Stube gebracht,
von milden Augen angeschaut, in Wasser gestellt,
so stärkend, so belebend. Die Blume
glaubte, daß sie mit einem Male mitten
in den Sommer hineingekommen wäre.
-¡Loca
de verano! -resonó por el frío
de la mañana, pues Loca de verano
significa en danés Rompenieves.
-¡Loca de verano! -exclamaron jubilosos
unos chiquillos que acudieron al jardín-.
¡Miradla qué bonita, qué
hermosa; la primera, la única! Aquellas
palabras hicieron un gran bien a la flor;
fueron como cálidos rayos de sol.
En su alegría, ni siquiera se dio
cuenta de que la cortaban. Quedó
en una mano infantil, la besaron unos labios
de niña. Llevada a una habitación
caliente, la contemplaron unos ojos dulces
y fue puesta en agua, un agua reconfortante
y vivificadora. La flor creyó que
la habían transportado al pleno verano.