Es war
schneidend kalt. Die Tage, die nun kamen,
brachten nicht einen einzigen Sonnenstrahl;
es war ein Wetter, um in Stücke zu
frieren, besonders für eine so zarte,
kleine Blume. Aber sie trug mehr Stärke
in sich, als sie selber wußte. Freude
und Glauben an den Sommer machten sie stark,
er mußte ja kommen; er war ihr von
ihrer tiefen Sehnsucht verkündet und
von dem warmen Sonnenlichte bestätigt
worden. So stand sie voller Hoffnung in
ihrer weißen Pracht, in dem weißen
Schnee und beugte ihr Haupt, wenn die Schneeflocken
herabfielen, während die eisigen Winde
über sie dahinfuhren. »Du brichst
entzwei!«, sagten sie. »Verwelke,
erfriere! Was willst du hier draußen!
Weshalb ließest du dich verlocken!
Die Sonnenstrahlen haben dich genarrt! Nun
sollst du es gut haben, du Sommernarr!«
El frío
era cortante. Los días que siguieron
no aportaron ni un rayo de sol. Menuda como
era la florecilla, corría peligro
de helarse; pero tenía fuerzas, más
de las que ella misma pensaba. Era fuerte
en su alegría y su fe en el verano,
que un día u otro tenía que
llegar; se lo anunciaba una honda inquietud,
y se lo había pronosticado aquel
sol primero.
Por eso seguía confiada, vestida
de blanco en medio de la blanca nieve, doblando
la cabeza cuando caían los copos,
espesos y pesados, y soplaban sobre ella
los gélidos vientos. -¡Te quebrarás!
-decían éstos.
- ¡Marchítate, muérete
de frío! ¿Qué viniste
a buscar aquí fuera? ¿Por
qué cediste a la tentación?
El sol se ha burlado de ti. ¡Mal vas
a pasarlo, loca de verano.