Die Tochter
des Hauses, ein niedliches kleines Mädchen,
war eben konfirmiert; sie hatte einen lieben
kleinen Freund, der auch konfirmiert worden
war; nun arbeitete er auf eine feste Stellung
hin. »Es soll mein Sommernarr sein!«,
sagte sie. Dann nahm sie die feine Blume,
legte sie in ein duftendes Stück Papier,
auf dem Verse geschrieben standen, Verse
über die Blume, die mit »Sommernarr«
anfingen und mit »Sommernarr«
schlossen, das Ganze war eine zärtliche
Neckerei. Nun wurde alles in den Umschlag
gelegt, die Blume lag darin, und es war
dunkel um sie her, dunkel wie damals, als
die noch in der Zwiebel lag. So kam die
Blume auf Reisen, lag im Postsack, wurde
gedrückt und gestoßen; das war
nicht behaglich. Aber es nahm ein Ende.
La hija
de la casa, una niña encantadora, acababa
de recibir la confirmación. Tenía
un amiguito muy simpático, recién
confirmado también y que ya trabajaba
para conseguir un puesto fijo. «¡Será
mi loca de verano!», dijo, y, cogiendo
la florecilla, la envolvió en un papel
perfumado que tenía escritos unos versos
sobre la flor. Empezaban con loca de verano
y terminaban con loca de verano; y luego decía:
«¡Amigo mío, sé
un loco de invierno!». Todo estaba puesto
en verso; doblaron el papel en forma de carta,
con la flor dentro. La envolvía la
oscuridad, una oscuridad semejante a la del
interior del bulbo. La flor se fue de viaje,
en un saco postal, comprimida y apretada.
No era agradable, pero todo tiene su fin.
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