»Schau
dich noch einmal um, Peter Munk!«,
rief das Männlein. Er wischte sich
die Tränen aus den Augen und schaute
sich um und sah - seine Mutter und Lisbeth,
seine Frau, die ihn freundlich anblickten.
Da sprang er freudig auf: »So bist
du nicht tot, Lisbeth; und auch Ihr seid
da, Mutter, und habt mir vergeben?«
-¡Vuelve
la cabeza, Pedro Munk!- exclamó el
hombrecillos. Se enjugó las lágrimas
de los ojos, se volvió y vio... a su
madre y a Isabel, su esposa, que le miraban
cariñosamente.
Dio un salto de alegría.
-¿Entonces, no estás muerta,
Isabel? ¿Y también estáis
aquí, madre, y me habéis perdonado?
»Sie wollen dir verzeihen«,
sprach das Glasmännlein, »weil
du wahre Reue fühlst, und alles soll
vergessen sein. Zieh jetzt heim in deines
Vaters Hütte und sei ein Köhler
wie zuvor; bist du brav und bieder, so wirst
du dein Handwerk ehren, und deine Nachbarn
werden dich mehr lieben und achten, als
wenn du zehn Tonnen Goldes hättest.«
-Ellas quieren perdonarte- dijo el Hombrecillo
de Cristal, -pues sientes verdadero arrepentimiento
y hay que olvidarlo todo. Vuelve ahora a casa,
a la choza de tu padre y sé carbonero
como antes. Si eres bueno y honrado, honrarás
tu oficio, y tus vecinos te querrán
y te respetarán más que si tuvieras
diez toneladas de oro.
So sprach das Glasmännlein und nahm
Abschied von ihnen.
Die drei lobten und segneten es und gingen
heim.
Así habló el Hombrecillo de
Cristal y se despidió de ellos.
Los tres le alabaron y le bendijeron, y marcharon
a su hogar.