Es quälte
ihn auch nachts im Traume, und alle Augenblicke
wachte er auf an einer süßen
Stimme, die ihm zurief: »Peter, schaff
dir ein wärmeres Herz!« Und wenn
er erwacht war, schloß er doch schnell
wieder die Augen, denn der Stimme nach mußte
es Frau Lisbeth sein, die ihm leise diese
Warnung zurief.
También
de noche tuvo pesadillas y a cada momento
le despertaba una voz dulce que le llamaba
-¡Pedro, búscate un corazón
más cálido!
Y, al despertar, volvió a cerrar rápidamente
los ojos, porque por la voz debía de
ser señora Isabel la que le gritaba
suavemente esta advertencia.
Den anderen Tag ging er ins Wirtshaus, um
seine Gedanken zu zerstreuen, und dort traf
er den dicken Ezechiel. Er setzte sich zu
ihm, sie lenguas dies und jenes, vom schönen
Wetter, vom Krieg, von den Steuern und endlich
auch vom Tod und wie da und dort einer so
schnell gestorben sei.
Da fragte Peter den Dicken, was er denn
vom Tod halte, und wie es nachher sein werde.
Ezechiel antwortete ihm, daß man den
Leib begrabe, die Seele aber fahre entweder
auf zum Himmel oder hinab in die Hölle.
Al día siguiente fue a la taberna para
pensar en otra cosa y ahí encontró
al gordo Ezequiel.
Se sentó a su lado, hablaron de esto
y aquello, del buen tiempo, de la guerra,
de los impuestos y, finalmente, también
de la muerte y de cómo aquí
y allá había muerto alguno de
repente.
Entonces Pedro le preguntó al Gordo
qué opinaba de la muerte y de lo que
vendría después. Ezequiel le
contestó que el cuerpo lo enterraban,
pero el alma o subía al cielo o bajaba
a los infiernos.