Aber eines
Tages saß Frau Lisbeth wieder vor
dem Haus und spann und murmelte ein Liedchen
dazu; denn sie war munter, weil es schönes
Wetter und Herr Peter ausgeritten war über
Feld.
Da kommt ein altes Männlein des Weges
daher, das trägt einen großen,
schweren Sack, und sie hört es schon
von weitem keuchen. Teilnehmend sieht ihm
Frau Lisbeth zu und denkt, einem so alten,
kleinen Mann sollte man nicht mehr so schwer
aufladen.
Pero un
día señora Isabel estaba sentada
otra vez delante de su casa e hilaba, mientras
susurraba una canción; pues estaba
alegre porque hacía buen tiempo y el
señor Munk se había salido a
caballo por el campo. Por el camino aparece
un hombrecillo anciano, con un saco grande
y pesado, y ella le oye jadear ya desde lejos.
La señora Munk le contempla pensativo
y piensa que no se debería cargar con
tanto peso a un hombre tan anciano.
Indes keucht und wankt das Männlein
heran, und als es gegenüber von Frau
Lisbeth war, brach es unter dem Sacke beinahe
zusammen.
»Ach, habt die B
armherzigkeit, Frau,
und reichet mir nur einen Trunk Wasser!«,
sprach das Männlein. »Ich kam
nicht weiter, muß elend verschmachten.«
»Aber Ihr solltet in Eurem Alter nicht
mehr so schwer tragen«, sagte Frau
Lisbeth.
En esto, el hombrecillo se acerca jadeando
y vacilando y, al llegar frente a señora
Isabel, casi se desplomó bajo el peso
del saco.
-¡Ay, señora, por caridad, dadme
sólo un trago de agua!- dijo el hombrecillo.
-No puedo seguir y estoy a punto de morirme
de sed.-
-Pero, a vuestra edad no deberíais
llevar una carga tan pesada- dijo señora
Isabel.