Aber es
wurde der Armen nicht so gut, als sie sich
geträumt hatte. Sie glaubte ihr Hauswesen
wohl zu verstehen, aber sie konnte Herrn
Peter nichts zu Dank machen; sie hatte Mitleiden
mit armen Leuten, und da ihr Eheherr reich
war, dachte sie, es sei keine Sünde,
einem armen Bettelweib einen Pfennig oder
einem alten Mann einen Schnaps zu reichen;
aber als Herr Peter dies eines Tages merkte,
sprach er mit zürnenden Blicken und
rauher Stimme:
Pero a la
desdichada no le fue tan bien como se había
imaginado. Creía conocer bien la organización
doméstica, pero no podía hacer
las cosas a gusto del señor Pedro;
ella tenía compasión de la gente
pobre y, como su marido era rico, pensaba
que no sería ningún pecado dar
unos céntimos a una pobre mendiga o
una copita a un anciano. Pero el día
en que el señor Pedro se dio cuenta
de esto, dijo con una mirada torva y voz bronca:
»Warum verschleuderst
du mein Vermögen an Lumpen und Straßenläufer?
Hast du was mitgebracht ins Haus, das du
wegschenken könntest? Mit deines Vaters
Bettelstab kann man keine Suppe wärmen,
und wirfst das Geld aus wie eine Fürstin?
Noch einmal laß dich betreten, so
sollst du meine Hand fühlen!«
-¿por qué derrochas mi riqueza
con bribones y vagabundos? ¿Has aportado
algo a la casa que puedas regalar? Con el
palo de mendigo de tu padre no hay ni para
calentar una sopa y tú derrochas el
dinero como una princesa. Si te vuelvo a sorprender
otra vez, te enterarás del peso de mi mano!-
Die schöne Lisbeth weinte in ihrer
Kammer über den harten Sinn ihres Mannes,
und sie wünschte oft, lieber heim zu
sein in ihres Vaters ärmlicher Hütte,
als bei dem reichen, aber geizigen, hartherzigen
Peter zu hausen. Ach, hätte sie gewußt,
dass er ein Herz von Marmor habe und weder sie noch irgendeinen Menschen lieben könne, so hätte sie sich wohl nicht gewundert.
La hermosa Isabel lloraba en su habitación
por los duros sentimientos de su marido y
a menudo deseaba estar en su hogar, en la
pobre cabaña de su padre, antes que
vivir en casa de Pedro, rico, pero avaro y
duro de corazón. ¡Ah!, si hubiera
sabido que tenía un corazón
de mármol y que no podía amarla
a ella ni a ninguna otra persona, seguro que no se habría asombrado.
So oft sie aber jetzt unter der Türe
saß, und es ging ein Bettelmann vorüber
und zog den Hut und hub an seinen Spruch,
so drückte sie die Augen zu, das Elend
nicht zu schauen, sie ballte die Hand fester,
damit sie nicht unwillkürlich in die
Tasche fahre, ein Kreuzerlein herauszulangen.
So kam es, daß die schöne Lisbeth
im ganzen Wald verschrien wurde und es hieß,
sie sei noch geiziger als Peter Munk.
Pero ahora, cada vez que se sentaba junto
a su puerta y pasaba un mendigo y se quitaba
el sombrero y empezaba su cantinela, ella
cerraba los ojos para no ver la miseria, apretaba
más fuerte las manos para no meterlas
espontáneamente en el bolsillo y sacar
un simple cruzado.
Así ocurrió que la bella Isabel
adquirió mala fama por toda la Selva
y se dijo que era todavía más
avara que Pedro Munk.