»Pasch!«
rief er, »jetzt wollen wir sehen!«
Peter aber warf achtzehn, und eine heisere
bekannte Stimme hinter ihm sprach: »So,
das war der letzte.«
-¡Trío!-
gritó, -ahora veremos.
Pero Pedro hizo dieciocho. Y una voz ronca,
conocida, dijo a su espalda-bien, esto era lo último.
Er sah sich um, und riesengroß stand
der Holländer-Michel hinter ihm. Erschrocken
ließ er das Geld fallen, das er schon
eingezogen hatte. Aber der dicke Ezechiel
sah den Waldmann nicht, sondern verlangte,
der Spielpeter sollte ihm zehn Gulden vorstrecken
zum Spiel; halb im Traum fuhr dieser mit
der Hand in die Tasche, aber da war kein
Geld, er suchte in der anderen Tasche, aber
auch da fand sich nichts, er kehrte den
Rock um, aber es fiel kein roter Heller
heraus, und jetzt erst gedachte er seines
eigenen ersten Wunsches, immer soviel Geld
zu haben als der dicke Ezechiel. Wie Rauch
war alles verschwunden.
Se volvió, y tras él estaba
el gigantesco Michel el holandés. Atemorizado,
soltó el dinero que ya había
retirado. Pero Ezequiel el Gordo no vio al
genio del bosque y exigía que Pedro
el Jugador le adelantase diez florines para
jugar.
Como en sueños, Pedro se metió
la mano en el bolsillo, pero no había
dinero; buscó en el otro bolsillo,
pero tampoco encontró nada y dio la
vuelta a la chaqueta, pero no cayó
ni un centavo, y sólo ahora se acordó
de su propio primer deseo, tener siempre tanto
dinero como Ezequiel el Gordo.
Todo se había desvanecido como el humo.
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