Erschöpft
und zitternd setzte Peter seinen Weg fort;
der Pfad wurde steiler, die Gegend wilder,
und bald befand er sich an der ungeheuren
Tanne. Er machte wieder seine Verbeugungen
gegen das unsichtbare Glasmännlein
und hub dann an:
Agotado
y tembloroso continuó Pedro su camino;
el sendero se hacía más escarpado,
el paraje más agreste, y él
se encontró pronto junto al enorme
abeto. Como el día anterior, repitió
su reverencia ante el invisible Hombrecillo
de Cristal y luego comenzó
»Schatzhauser im grünen Tannenwald,
Bist schon viel hundert Jahre alt,
Dein ist all Land, wo Tannen stehn,
Läßt dich nur Sonntagskindern
sehn.«
Tesorero en el bosque verde,
que cuentas ya años a cientos
es tuya toda la tierra, donde los abetos
se hallan,
sólo dejas que los niños nacidos
en domingo te vean.
»Hast's zwar nicht ganz getroffen;
aber weil du es bist, Kohlenmunk-Peter,
so soll es hingehen«, sprach eine
zarte, feine Stimme neben ihm. Erstaunt
sah er sich um, und unter einer schönen
Tanne saß ein kleines, altes Männlein
in schwarzem Wams und roten Strümpfen
und den großen Hut auf dem Kopf.
-La verdad es que no te ha salido bien
del todo, pero por ser tú, Pedro
el Carbón Munk, puede pasar-, dijo
a su lado una voz suave y fina.
Sorprendido miró alrededor y bajo
un hermoso abeto estaba sentado un hombrecillo
viejo, con jubón negro y medias rojas
y un gran sombrero en la cabeza.
Er
hatte ein feines, freundliches Gesichtchen
und ein Bärtchen so zart wie aus Spinnweben;
er rauchte, was sonderbar anzusehen war,
aus einer Pfeife von blauem Glas, und als
Peter näher trat, sah er zu seinem
Erstaunen, daß auch Kleider, Schuhe
und Hut des Kleinen aus gefärbtem Glas
bestanden; aber es war geschmeidig, als
ob es noch heiß wäre; denn es
schmiegte sich wie Tuch nach jeder Bewegung
des Männleins.
Tenía una carita menuda y amable
y una pequeña barba tan sutil como
una telaraña; fumaba en pipa de cristal
azul, que era un espectáculo extraño,
y, cuando Pedro se acercó más,
vio para asombro suyo que también
ropa, zapatos y sombrero del pequeño
eran de cristal de colores; pero aquello
estaba elástico como si aún
estuviera caliente, pues se amoldaba a cualquier
movimiento de hombrecillo como un paño.