Indem er
diese Worte sprach, sah er zu seinem großen
Schrecken eine ganz kleine, sonderbare Gestalt
hinter der dicken Tanne hervorschauen; es
war ihm, als habe er das Glasmännlein
gesehen, wie man es beschrieben, das schwarze
Wämschen, die roten Strümpfchen,
das Hütchen, alles war so, selbst das
blasse, aber feine und kluge Gesichtchen,
wovon man erzählte, glaubte er gesehen
zu haben. Aber ach, so schnell es hervorgeschaut
hatte, das Glasmännlein, so schnell
war es auch wieder verschwunden! »Herr
Glasmann«, rief nach einigem Zögern
Peter Munk, »seid so gütig und
haltet mich nicht zum Narren. - Herr Glasmann,
wenn Ihr meint, ich habe Euch nicht gesehen,
so täuschet Ihr Euch sehr, ich sah
Euch wohl hinter dem Baum hervorgucken.«
Mientras
pronunciaba estas palabras vio con gran sobresalto
una diminuta y extraña figura que asomaba
por detrás del corpulento abeto; le
pareció como si hubiera visto al Hombrecillo
de Cristal, tal como le habían descrito,
el juboncillo negro, las diminutas medias
rojas, el sombrerito, todo correspondía,
creyó haber visto también hasta
la carita pálida, pero delicada y astuta,
de la que se hablaba.
Pero, ¡ah!, tan rápido como apareció
el Hombrecillo de Cristal, se esfumó
otra vez.
-Señor de Cristal- gritó Pedro
después de dudar algo, -sed indulgente
y no me dé bregas. Señor de
Cristal, si pensáis que no os he visto,
os equivocáis de medio a medio. Os
he visto asomar por detrás del árbol.
Immer keine Antwort, nur zuweilen glaubte
er ein leises, heiseres Kichern hinter dem
Baum zu vernehmen. Endlich überwand
seine Ungeduld die Furcht, die ihn bis jetzt
noch abgehalten hatte. »Warte, du
kleiner Bursche«, rief er, »dich
will ich bald haben!«, sprang mit
einem Satz hinter die Tanne, aber da war
kein Schatzhauser im grünen Tannenwald,
und nur ein kleines, zierliches Eichhörnchen
jagte an dem Baum hinauf.
Tampoco hubo respuesta, sólo en algún
momento creyó percibir por detrás
del árbol una risita ahogada, ronca.
Por fin, su impaciencia venció el miedo
que hasta entonces le había detenido.
-Espera, mocito- gritó, -pronto estarás
en mis manos-,
se plantó de un salto detrás
del abeto, pero allí no estaba ningún
Tesorero en el verde bosque de abetos; sólo
una pequeña, graciosa ardilla trepaba
veloz por el árbol.
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